Algunas personas dicen que la guerra se hace en la cama, eso es lo que yo intentaba. Intento librar varias batallas a muerte frente a frente con mi adversario, ambos oponentes intentamos dar lo mejor de nosotros mismos usando todas nuestras mejores armas para no caer. Cada victoria en cada batalla, en cada pequeña escaramuza nos acerca aún más a ganar nuestra guerra, quedar por encima del otro y hacerle ver lo que intentábamos demostrarle desde un principio, no hay nadie mejor que yo, tus armas son inútiles conmigo, vives en la Edad Media y yo tengo tanques, no tienes nada que hacer.
Esa es al menos la idea que yo tenía, una idea que se iba haciendo más fuerte con el tiempo, había llegado a un momento en mi vida en el que declaraba la guerra esperando perder, necesitaba perder para poder levantarme, estaba cansado de esquivar las piedras del camino, necesitaba caerme y romperme una pierna, necesitaba…
Parecía un día normal y no había nada que indicase lo contrario, ni que me hiciese dudar. No os podré contar jamás cómo la conocí pero os diré que por lo que pude hablar con ella, parecía una chica de lo más normal sin experiencia en el sexo y adicta a sí misma. Sí, era rubia, ojos azules y jugaba al pádel. Tenía un cuerpo cultivado en el deporte pero aún con esas, le habían crecido perfectamente las tetas y seguía teniendo espalda de mujer.
Todo apuntaba a una Tercera Guerra Mundial.
Hablábamos mucho por Internet, bendita herramienta, era una chica difícil, no quería mostrarse tal y como era por miedo a que le gustase, era increíble encontrar una chica con miedo al compromiso pero yo había dado con una. Por fin conseguí verla por segunda vez, a parte del día que la conocí, había decidido gastar todas mis fichas con ella hoy, jugármelo al todo o nada.
La llevé a un restaurante japonés del centro, un restaurante de esos en los que hay una barra giratoria por la que pasan diferentes platos, tú escoges los que quieras y luego pagas por plato vacio en tu mesa. Debo sincerarme y deciros que antes de ir pensé que no iba a gustarme nada, pero salí gratamente sorprendido, los japoneses no comen sólo pescado.
Entonces ocurrió, estábamos paseando por el centro y todo empezó a encajar. La naturaleza estaba aportando su granito de arena ya que empezó a nevar, luego el hombre del puesto de castañas también aporto lo suyo. Estábamos paseando con esos dos problemas, que estaba empezando a nevar y el olor inconfundible a castaña asada. Se abrazó a mi cintura mientras seguíamos caminando y me dijo que estaba genial conmigo, que le encantaba. Mi mundo cambió por completo, llamadme romántico pero no pude evitar pararme para darle un beso mientras la nieve caía sobre nosotros, ¿qué harías vosotros en una estampa como esa? Nevando lo justo para apreciar lo bonito que es ver nevar, el olor a castaña asada puramente navideños y una chica preciosa abrazada a mí diciendo que le encantaba.
En Google si buscas la palabra “amor” salen más resultados que si buscas “miedo”, eso dice un famoso anuncio, lo que me ha dado a pensar, ¿a caso no buscamos el amor por que es el miedo más fuerte que existe? Es un miedo al fin y al cabo, nos hace racionalmente inestables, no nos deja pensar con claridad y no actuamos como lo haríamos normalmente. Por dios, yo era algo más que eso, tan sólo era una tía, una tía guapísima pero que buscaba demasiado en mí, se sabía ya hasta el nombre de sus futuros hijos, ¡por dios!
La tarde pasó muy rápido, tal vez me estaba gustando todo lo que estaba viviendo y por eso el tiempo, siempre tan puñetero, pasaba más deprisa. Llegó la hora de cenar, aquí me sorprendió al decirme que nos tomásemos unas hamburguesas y luego fuésemos a mi casa. ¿Por qué me sorprendió? Vosotros no la visteis, esa chica parecía una muñeca de porcelana, no me la imaginaba comiéndose algo usando las manos, parecía muy recatada. Es la típica chica inaccesible, no por nada, es porque es la típica chica que después de clase va a estudiar alemán, después piano y después monta a caballo, no tenía tiempo para nadie. Y para colmo fue ella la que me dijo de ir a casa, no sabía cómo debía tomármelo, esta chica era diferente al resto.
Por fin, después de una hora y pico, llegamos a mi casa, por primera vez, no sabía cómo comportarme, no sabía si empezar a quitarme la ropa o encender la televisión. Al final opté por esto último y me senté en el tresillo, pero cuando cogí el mando para cambiar de canal, se acercó a la televisión y la apagó, acto seguido vino, se montó encima de mí y me empezó a besar el cuello.
Estaba tan desorientado que simplemente me dejé hacer, la tenía abrazada encima mío y besándome el cuello. Paró puso sus manos sobre mis hombros y me preguntó que le gustaba, yo por supuesto le dije que me encantaba, cualquiera podría decir lo contrario a esa mirada azulada.
Mientras nos besábamos y nuestras lenguas se rozaban, note como una mano se metió dentro de mi camiseta y me recorría todo el pecho, hasta que la bajó y empezó a desabrocharme el cinturón con ambas manos. Me hizo levantarme y me bajó los pantalones y lo que precede. Yo aún no la tenía dura del todo, pero no le costó mucho ponérmela.
Me quitó las zapatillas y me desnudó completamente de cintura hacía abajo, yo le ayudé quitándome el resto. Entonces se puso de rodillas y me empezó a dar lengüetazos en los huevos mientras con una de sus manos me sobaba la polla, al poco tiempo ya la tenía dura como el cemento. Fue entonces cuando me miró, se humedeció los labios y me dijo que no la avisase, que disfrutase con lo que me iba a hacer y que no cerrase los ojos, que la mirase mientras me lo hacía, yo asentí.
Me la empezó a masturbar con una de sus manos mientras la recorría con su lengua, de abajo arriba, para lamerme la punta luego. No sé si la chupaba genial o es que la imagen de aquella chica me ponía tanto, pero al rato ya tenía ganas de correrme y ella lo sabía. Al rato me corrí, cerrando los ojos con todas mis fuerzas y disfrutando de aquel momento tan brutal, era increíble, pero más increíble fue cuando abrí los ojos. Seguía de rodillas y tenía mi corrida en su boca y para colmo la tenía abierta, mostrándomela. Os parecerá una guarrada pero ver a aquella chica con aquella boca tan perfecta con “eso” ahí dentro, me puso como una moto.
Lo escupió al suelo y yo en un arranqué de frenesí la cogí y me la llevé a mi habitación, donde la lancé a la cama y empecé a desnudarla.
Le quité todo menos el tanga, tenía unas tetas asquerosamente perfectas, al igual que el resto de su cuerpo. Se puso con el culo en pompa y me mostró lo perfecto que era, el tanga rojo ayudaba, tenía unas ganas de follármela increíbles. Mientras tenía el culo en pompa y lo movía de un lado a otro pasó una mano atrás y movió el tanga lo juntos para que pudiese verle el coño, eso ya fue demasiado para mí, aquel cuerpazo y ahora encima tenía que ver su coño mojado mientras no paraba de mover su culo de un lado a otro.
Le tiré en la cama, boca abajo, de un tirón le quité el tanga. Cada imagen de su cuerpo desnudo era mejor a la anterior, sus piernas, su culo, su coño mojado, su carita con esos ojos azules, esa boca tan deliciosa y esa mirada de pícara que me había estado escondiendo todo este tiempo…
Hice que se pusiese otra vez con el culo en pompa y le metí dos deditos mientras le daba mordisquitos en el culo, aumentaba la velocidad de mis dedos a cada segundo que pasaba, ella empezaba a gemir y ahora sí que no pude aguantar, le di cuatro lametazos al coño y me puse de rodillas detrás de ella.
Me agarré la polla y le metí la puntita muy despacio para sacarla otra vez, así una, dos, tres… diez veces metiéndole la puntita y solo la puntita, ya por sorpresa, en una fuerte embestida se la metí hasta dentro, su gemido fue brutal. Entonces no paré de penetrarla una y otra vez, esta vez metiéndosela entera y apretando bien fuerte. Los violentos choques de mi cuerpo contra el suyo le hacían gemir cada vez más fuerte. Para colmo, ella no paraba de mover su culo, haciendo que cada penetración en ella fuese distinta, que con cada penetración se la metiese de una manera diferente.
Se la saqué y me puse de pie fuera de la cama, la atraje hacia a mí, esta vez boca arriba, me colé entre sus dos preciosas piernas y empecé a jugar con mi punta en aquel coño tan mojado, ella me gritaba que me la follase, que quería correrse, dejé los ojos y empecé a follármela otra vez, apretando bien fuerte para que me notase y a los pocos minutos ya me había vuelto a correr, esta chica era realmente fantástica, estaba buenísima y eso ayudaba, pero el morbo que me daba era de otro planeta.
Coloqué mi cabeza entre sus piernas y empecé a usar mi truco del abecedario, usando mi lengua como pluma y su coño como un buen pergamino. Empecé a escribirle letras, haciendo cada forma, una E, una J, se estaba volviendo loca y concentrarme en escribirle cosas me hacía olvidar lo que realmente estaba haciendo, comerle el coño a una preciosidad como aquella.
Tenía la cara totalmente mojada y su coño ya no daba más de sí, no sé cuanto tiempo había estado ahí escribiendo pero os puedo asegurar que fue mucho tiempo, ella estaba muerta, no paraba de retorcerse.
Fue cuando me hizo sentarme en un borde de la cama y ella se me subió encima, de espaldas, empezó a frotarse, haciendo que notase bien su cuerpo rozando con el mío, me agarró la polla, se la pasó por delante y la apretó contra su coño mientras ella seguía frotándose, podía notar con mi polla lo mojada que estaba.
Se dio la vuelta, se me montó encima y se quedó mirándome, acto seguido me la agarró y se la introdujo dentro. Empezó a follarme como en mi vida me había follado, se movía como una verdadera tigresa, mi polla estaba disfrutando como nunca y yo estaba disfrutando con sus dos tetas, tenía ambas tetas mojadas de los lametazos que le estaba dando. Entonces noté como se apretó su cuerpo al mío y puso su cabeza sobre uno de mis hombros, yo le estaba ayudando con cada penetración, cada vez más y más fuertes.
Le tiré en la cama boca arriba y me la empecé a follar a mi ritmo, un ritmo rapidísimo, hasta que me volví a correr, era algo delicioso el cuerpo de aquella chica.
Pero por supuesto hubo un final, ninguno de los dos quería morir aquella noche por deshidratación, creo que ambos habíamos dado lo máximo, ambos habíamos usado nuestras mejores armas, por primera vez había usado mis tanques contra otros tanques, habíamos hecho la Tercera Guerra Mundial aquella noche y todos habíamos ganado, no había ningún perdedor.
La chica me contó que había estado engañándome, al menos de cierto modo, no sabía el nombre de sus hijos ni era tan seria como parecía, sólo quería hacerme ver eso para después darme una sorpresa. ¡Vaya si me había sorprendido! Me dijo de todos modos que fuera del sexo es una chica corriente, algo puritana si cabe, pero que una vez que se pone un objetivo no para hasta conseguirlo y que por supuesto, le encanta el buen sexo.
No sé qué deciros, era una chica perfecta y por lo que veo tenía la cabeza perfectamente amueblada, no jugaba con tonterías e iba a por lo que realmente quería, es por eso por lo que este es el primer relato de muchos con ella.
Una buena recompensa después de tanto estudiar.. me sorprendes 😉