¡Disfruta mucho más de ti!

Hedonismo (primera parte)

Vivimos en una constante búsqueda de nuestra otra mitad, nuestra media naranja. Necesitamos esa complicidad de una mirada, el evitar pronunciar palabras asumiendo que el otro ya sabe lo que queremos, el sentirse necesitado por alguien, el tener alguien con quien compartir nuestros sentimientos, nuestras opiniones, dejarme deciros una cosa, eso apesta.
Yo no quiero que me necesiten, no quiero necesitar a nadie y soy feliz. La vida dicen que es una tragicomedia, es como una obra de teatro llena de ilusiones y decepciones, de reír y de llorar. Perdonad que os diga, la vida no es una obra de teatro, tú eres el productor, director, guionista, tú eres el que elige a los actores, tú y sólo tú eliges si llorar o reír. Para mí la vida no es un puto teatro, no es una tragicomedia ni todo lo contrario, la vida es un jodido circo.
Un circo donde hay malabaristas, bailarinas, trapecistas, ilusionistas y algún que otro mago, pero sobretodo, muchos payasos.
Tú decides qué quieres ser.
 ¿Quizá una malabarista? Jugártela noche tras noche lanzando tres espadas y jugándote la vida por un aplauso de treinta segundos.
 ¿Quizá una bailarina? Donde tu propio estilo, tu clase, tu sofisticalidad, tu elegancia, tu belleza hagan que cada vez que vas de lado a lado del escenario las cabezas de la gente te sigan, igual que siguen la pelota en un partido de tenis.
 ¿Un trapecista? Con red o sin red da igual, te sigues jugando la vida por la gente, gente que ha pagado diez euros por ver el conjunto de lo que eres y que van a preferir si te matas, así harás algo que ellos no esperan.
 ¿Serás un mago? Truco tras truco, engañando las leyes de la física, la lógica y la razón, engañando al fin y al cabo, porque dejad que os diga una cosa, la magia no existe, lo siento.
 ¿Y un payaso? Hacer que la gente se ría de ti, ese es tu trabajo, el ser importante durante los diez minutos que dura tu espectáculo pero que para ello tu dignidad la dejes en el camerino antes de pintarte la cara.

¿Sabéis que creo? No hay que caer en la monotonía. Siempre hay que lanzar alguna que otra espada y no saber a ciencia cierta si la vas a atrapar. A veces tienes que arriesgarte saltando por ventanas sin saber en qué piso te encuentras. Igual que a veces no te toca otra que empezar a creer en la magia dado que tu lógica no te ayuda. Y sí, hay otras veces en las que uno tiene que comportarse como un payaso y reírse de sí mismo.

Me aburro de ser yo mismo y eso no me hace ser otro, ser yo mismo me hace aburrirme de ser yo mismo, es como el camaleón que se cambia de planta porque se aburre de ser verde y le apetece ser marrón durante un tiempo.

Últimamente el mundo parecía que había hecho un pacto en mi contra, quería que me enamorase, que tuviese pareja. Odio las cosas impuestas, soy capaz de no hacer algo que no me gusta sólo por la obligación de tener que hacerlo, pero no os confundáis, no soy un anarquista, no me gustan los extremos, salvo el café sólo y sin azúcar.
Parece que con el buen tiempo nacen las parejas, el retiro al menos estaba lleno, era como una plaga. Chico y chica agarrados de la mano, chico y chica besándose en un banco, chica y chica follando tumbadas en el césped… No, eso último me temo que no lo vi, el destino era cruel, quería que yo mismo me proyectara a aquellas situaciones de amor pedante, de amor empalagoso, de ese amor que una vez lo dejas, aún tienes la boca llena de azúcar y luego llegan las caries, todo tiene secuelas y el amor empalagoso, más.
Pero no, no iba a convencerme de nada, yo sabía lo que quería, me quería demasiado a mí mismo como para tener que querer a alguien más, lo siento pero el hecho de quererme tanto no dejaba nada para el resto. Curioso que hace un mes pensara totalmente distinto, supongo que será ese periodo de transición por el que todos pasamos después de una relación, pensando en el tiempo perdido y en cómo recuperarlo.

Una idiotez que empezaba a tener sentido, ahora no tenía que pensar en nadie, ahora podía cagarla, ahora era yo y sólo yo, egocentrismo puro y duro. Había pasado el tiempo suficiente como para no sentirme culpable si me tiraba a otra tía, hoy era el día, perdonad mi exceso de sinceridad, la vida es lo que nosotros queramos que sea, aprendedlo ya.

Estaba borracho, eran las tres de la mañana y estaba cachondo. Había una chica, a unos quince metros que se movía que daba miedo, estaba borracha y lo peor de todo, era rubia y me ponía.
Ni me lo pensé, no tenía nada que perder y aún perdiendo, me daba igual, desde pequeño me han dicho que lo importante es participar y que si ganas y te llevas un premio, que lo pongas en el armario para que todo el mundo lo vea.
Estaba de espaldas a mí, la rodee y di la vuelta y me quedé mirándola. Había un par de tíos a su alrededor, junto con un par de amigas, o yo estaba muy borracho o ellos lo estaban poco, no entiendo como a estas horas aún no se la habían llevado a su piso a follársela, remordimientos, miedo al fracaso, curioso cuanto menos, yo no iba a fracasar.
Me quedé mirándola, dibujando una sonrisa con mis labios y forzando mi mirada, que viese que no era un jodido loco que únicamente buscaba mirarla, a no ser que ella me diese la aprobación. ¿Aprobación? A veces me doy miedo a mí mismo, ella ya me había visto, era momento de atacar.
Me metí dentro de su grupo, le agarré de la mano y la saqué de allí, su grupo rápidamente nos hizo una pasillo, me sentía como cuando llegas tarde a clase y todos te miran, genial, me dije, iba demasiado borracho para preocuparme por gilipolleces sociales, a día de hoy las miradas no matan, estaba a salvo. Ya la tenía apartada y se encontraba aún en trance, creo que no se había fijado ni quién le había sacado de allí.

– ¿A qué hora pensabas ir a por mí? Le pregunté.
– ¿Qué? Respondió asombrada.
– Sí, estaba en aquél grupo y he visto que no parabas de mirarme y me he dicho, esta chica quiere algo, voy a verla a ver qué es lo que quiere. Empecé a vacilarla.
– Sí, por suerte te diste cuenta y has venido. Me respondió ella, parecía algo tímida aún estando borracha, genial.
– Y ahora dime, ¿qué quieres de mí? Le pregunté.
– Me conformo con tu nombre, de momento. Dijo sonriendo.

Aquí ya os imagináis que pasó, no, aún no le metí nada, tan sólo intercambiamos los nombres y nos dimos los dos besos que te obligan a darte cuando conoces a alguien.

– ¿Hay algo más que pueda hacer por ti? Le insistí, quería ver hasta dónde podía llegar.
– No lo sé, dímelo tú, ¿hay algo que puedas hacer por mí? Me respondió sonriendo.

Le agarré de la cintura con una mano mientras la otra me la puse en la barbilla, adoptando un gesto pensativo, como si de verdad tuviese que pensar lo que quería hacer por ella, por ella y sobre todo por mí.

– Pues sí, se me ocurren varias cosas, pero eso quizá en otro momento, aún no te lo has ganado. Respóndeme a esto, ¿hay algo que merezca que yo pierda mi tiempo en hacerte? Volví a vacilarla.

– Seguro que hay muchas cosas que puedes  hacerme sin que sea una pérdida de tiempo para ninguno de los dos, me dijo.
– Hablamos todo el rato de lo que yo tengo que hacer por ti, en la vida nadie hace nada por nadie sin esperar nada a cambio, ya no es que yo vaya a perder mi tiempo o no, ¿qué se supone que tienes tú que ofrecerme? Seguí respondiéndole con cara de vacilón.
Podía ver en su cara como estaba cachonda perdida, que la vacilasen así le estaba poniendo súper perra, se que si ahora mismo me lanzaba a su boca ella no iba a apartarse, podía verlo en su mirada, en el jugueteo de su lengua por sus labios y sobretodo, en su mirada de cachorrito esperando un nuevo hogar.

– ¿Siempre eres así? Me preguntó sonriendo y mirándome la boca.
– No, la verdad es que suelo ser mucho peor, pero las rubias tenéis algo que me impide ser tal y como soy.
– Tengo suerte de ser rubia entonces, respondió pensando que había dado con la respuesta correcta.
– Al contrario, si fueses morena habríamos dejado de hablar hace un rato, le repliqué.
– Por eso, que tengo suerte de ser rubia, así sigues hablando conmigo, respondió. Había caído en mi trampa.
– El motivo de haber dejado de  hablar, no es que yo me hubiese alejado, es que nos hubiésemos acercado tanto que nuestras lenguas estarían haciendo algo más interesante que hablar, le dije mientras me separaba de ella, lanzando el farol de que me iba.
– Estoy a tiempo de teñirme, me dijo mientras me agarraba la mano y me llevaba hacia ella.
– Yo creo que estás bastante bien como estás, pero no me apetece hablar más.
– Entonces piensa que soy morena, me dijo ya nerviosa.

Me acerqué a ella, puse una mano detrás de su cabeza y la apreté contra mí. Me lancé a su labio inferior, se lo mordí y tiré hacia mí, después lo solté. Volví a repetir la jugada en tres ocasiones hasta que ella no pudo aguantar más y se lanzó a mi boca.
Llevaba muchísimo rato conteniéndose, yo no era más que un espectador donde mi boca era la protagonista, aguantando sus ataques, sus muerdos, sus lamidas. Me agarró la cara con ambas manos y siguió besándome como si el mundo fuera a acabarse en los próximos segundos, saboreándome, girando su cabeza de lado a lado y lamiendo mi boca pasando su lengua a lamidas, de abajo arriba.
Tuve que tranquilizarla, es curioso que fuera yo quien lo hiciese, la había vuelto loca y por dentro hasta que me estaba haciendo gracia. Conseguí agarrarle de la mano y llevármela al baño, no sin antes decirle que le dijese a sus amigos que no iba a volver, que se despidiese, ella lo hizo sin rechistar, se tomaba todo lo que le decía como dogma de fe.
Había una cola enorme en ambos baños, nuestro calentón iba a tener que esperar, pero la solución estaba más cerca de lo que yo pensaba, tanto en espacio como en tiempo. Ella vivía al lado, en un piso de estudiantes, vivía con dos compañeras de piso y me dijo que fuésemos. Yo por supuesto accedí, así me ahorraba el agua de la ducha al día siguiente, que follar en la ducha sale caro a la larga.
Salimos de la discoteca y ella me empezó a hablar de su vida, supuse que estaba tan nerviosa y rara a la vez que no podía evitar tener ese vómito de palabras que tenemos cuando nos encontramos así.
Por suerte para mí y para ella, llegamos pronto a su casa, estaba a escasos dos minutos. Me di cuenta que aún ni le había tocado el coño, ni siquiera le había agarrado el culo y ya estaba cachonda perdida, pero perdido estaba yo, ¿qué coño le había pasado a esta tía conmigo para ponerse tan cachonda?
Por suerte aún podía arreglarlo, ya en el ascensor, sin que ella se lo esperase, le agarré la cara con una mano y puse otra mano en su coño, mientras me lanzaba a su boca para devorársela, mi mano apretaba su carita sin dejarla reaccionar, mientras que mi mano derecha se lo frotaba y se lo apretaba, a través de esos vaqueros que tanto me ponen.
Aún comiéndole la boca, le agarré y me la subí a la cintura, poniéndola sobre la pared del ascensor y frotando mi entrepierna con la suya, que notase lo dura que la tenía. Ella empezó a ponerse súper cachonda, moviendo la cabeza de un lado a otro, haciendo que yo tuviese que pasar a comerle el cuello, cosa que la puso aún peor.
El ascensor ya había llegado por lo que ella se bajó de mí, salimos del ascensor, abrió la puerta de su piso y entramos. Lo primero que hizo fue agacharse y quitarme el cinturón, aún no entiendo cómo le pone tanto a algunas este ritual.
Empezamos a desnudarnos, hasta acabar ambos en ropa interior, liándonos sobre el sofá del comedor y con mi mano dentro de su tanga, jugando con su húmedo coño, masturbándoselo, metiéndole dos deditos y jugando a las excavaciones.
De repente ella me cortó.

– Espera, espera… me dijo me dijo medio asustada.

– ¿Qué pasa? Le dije mientras le quitaba el sujetador y le empezaba a comer las tetas.
– Estamos en el comedor y mi amiga aún no ha llegado, puede pillarnos, dijo entre gemidos.

Y en efecto, en ese mismo instante se abrió la puerta y entró su amiga. Iba muy borracha, tuvo que mirar varias veces a donde nos encontrábamos para creérselo. Estábamos en un sofá de tres plazas, yo tumbado y ella sobre mí, con las tetas al aire y yo comiéndoselas. Yo por supuesto, no iba a dejar pasar esta oportunidad, de perdidos al rio, me dije. La chica era guapa, morena con el pelo recogido en un moderno moño.
Me levanté y me dirigí hacia ella, con la polla súper dura casi saliéndose de mis bóxer, ella no paraba de mirármela, y ese tal vez fuera uno de los motivos de porqué actué así. Me acerqué a ella y directamente sin decirle nada le agarré la cara y empecé a comerle la boca, ella se retiró. Le dije que se relajase y volví a la carga, esta vez le agarré una mano e hice que me agarrase la polla, que notase lo dura y caliente que la tenía. Ella volvió a alejarse pero sin sacar la mano de mis bóxer y sin dejar de masturbármela, yo empecé a poner cara de placer mirando a sus ojos. Ella empezó a morderse el labio y me la seguía masturbando, notando en la palma de su mano lo durísima y caliente que la tenía.
Me volví a lanzar y empecé a comerle la boca. Ella me soltó la polla, me agarró la cara y me empezó a devorar la boca como hace un rato había hecho su amiga, amiga que estaba mirando la escena con los ojos bien abiertos y cachonda perdida.
Cogí a su amiga y la puse en el sofá, al lado de la otra. Llevaba un vestido, esto iba a ser fácil. Le abrí las piernas y me colé entre ellas, le subí un poco el vestido, le moví el tanga y empecé a comérselo, lamiéndole el clítoris y moviendo mi lengua de izquierda a derecha, pasando de un labio a otro y llevándome toda la humedad que había entre medias.
Les hice que se levantasen y les dije que primero iba a follarme a la rubia, que se lo debía, que estábamos a punto y que ella nos había interrumpido. Lo dije con tanta serenidad y seguridad, transmitiéndoles que ahora algo totalmente normal, que nunca de las dos dijo nada.
La rubia me llevó a su habitación mientras la otra nos seguía. Nos tres nos desnudamos y les dije que si querían hacer algo curioso, algo que iban a recordar el resto de su vida, ellas accedieron.
Estábamos los tres de pie, frente a la cama, me empecé a comer la boca con una, frotándonos, haciendo que mi polla rozase su coño, luego pasé a la otra, haciendo lo mismo. Cuando terminé les dije que ahora les tocaba a ellas, que así funcionaba esto. Ellas siguieron mis órdenes, se empezaron a comer la boca y a frotarse las tetas unas con las otras, me estaba poniendo asquerosamente cachondo ver aquella situación.
Por fin pararon, le dije a la morena de que como ya le había dicho, primero me follaría a su amiga, que se lo debía, que se sentase en esa silla mientras me la follaba, ella asintió y se sentó, mientras yo tiraba a la rubia en la cama.
La puse a lo perrito, y le cerré las piernas, juntando una rodilla con la otra, haciendo que los labios de su coño se juntaran. Entonces le empecé a morder el culo, acercándome cada vez más a su coño, hasta que empecé a lamérselo, sin apretar demasiado, lamiendo sus dos labios a la vez. Luego ya empecé a meter mi lengua entre ellos, apretando y colándome, eso la puse súper cachonda y empezó a chillar, mire a un lado y su amiga se estaba masturbando mientras nos miraba, pero yo no quería eso, quería algo más.
Le dije a la amiga que viniese y se lo empezó a comer junto conmigo, cada lengua por un lado, no tardó mucho en correrse. Miré a su amiga y le empecé a comer la boca, mientras la otra se daba la vuelta y se abría de piernas, viendo como nos devorábamos las bocas.
Me puse otra vez entre sus piernas y se lo empecé a comer yo solo, mientras su amiga se empezaba a comer la boca con ella. Le agarré las piernas y le metí la polla, lentamente la punta y después hasta el fondo y empecé a follármela rapidísimo, ella empezó a gritar como si le estuviesen arrancando la piel, su amiga miraba como entraba mi polla, como salía y mi cara de placer junto a la de su amiga, no podía aguantarse.
Se acercó a mí y me empezó a comer la boca, yo le saqué la polla a la rubia, que al instante empezó a masturbarse y se empecé a frotársela a la morena, jugando con la punta y apretándosela, dándole golpecitos.
Me senté en la silla donde había estado ella antes y ella se sentó de espaldas a mí, agarrándomela y metiéndose la puntita, para después caer sobre ella y empezarme a follar.
Su coño me la apretaba, me la abrazaba, lo sentía todo perfectamente, empezó a subir y a bajar mientras yo le agarraba las tetas por detrás.
Llegó la rubia y le empezó a comer el coño mientras me follaba, lamiéndole el clítoris y dando lametazos a su coño de abajo arriba, llegando a rozar mi polla. La morena paro de follarme y con mi polla aún dentro empezó a comerse la boca con la rubia, mientras ésta le masturbaba el coño con la mano.
Yo le hice a la rubia tumbarse en la cama y a la otra ponerse encima, a lo perrito, sin llegar a tocarse. Pero estaban demasiado cachondas, empezaron a comerse la boca mientras se frotaban. Yo agarré a la morena y empecé a follármela a lo perrito encima de la otra, ya dejaron de besarse, la rubia empezó a masturbarse viendo como me follaba a su amiga encima de ella, viendo como mi polla entraba en su coño.
Me tumbé en la cama y la morena me agarró la polla, parece que le había gustado, yo tumbado ella me empezó a follar, su amiga rubia se sentó de cara a su amiga, sobre mi boca. Mientras la morena me follaba yo le comía el coño a la rubia y cuando sus gritos no se lo impedían ellas se comían la boca encima de mí.
Tenía ganas de la primera corrida de la noche y se lo dije, ellas se pusieron cada una a un lado de la cama y me la empezaron a comer las dos a la vez, lamiéndomela de abajo arriba, cada una por un lado, se turnaban entre ellas para metérsela en la boca, primero una y después otra.
La rubia la chupaba genial y parecía que le gustaba chupármela, por lo que la morena empezó a comerme la boca y a lamerme el pecho mientras la otra tenía mi polla en la boca, lamiéndome la punta y masturbándomela. Le dije a la morena que tenía ganas de correrme, que iba a correrme ya y que quería que fuese dentro de ella.
La rubia paró de chupármela, la morena me la agarró, se metió la punta y empezó a follarme, yo le agarré de la cintura y empecé a apretar más fuerte, hasta que me corrí y ella lo sintió.
Fue una corrida increíble, una corrida que había estado conteniéndome hace horas.
No fue el último de la noche, esto es sólo la primera parte, ya os contaré como acabamos los tres en mi casa, follando con mermelada los tres juntos y esposando a uno.

7 comentarios en «Hedonismo (primera parte)»

  1. aún en esa etapa de pensar solo en ti y ser un poco egoístas has sabido compartir con la rubia y la morena 🙂
    a la espera de la segunda parte seguro no menos interesante

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  2. esta muy bueno el blog aunque parece un poco exagerado que al primer intento y tu solo despues de romper con tu novia hicieras eso y lograras tener exito en todas las etapas de tu historia y con esto me refiero a las siguientes rompimiento, lige, lugar, trio y por ultimo el orgasmo. a menos que seas un tipo con mucha plata reconocido en los medios no creo que tambien tengas ese auto control que exito pero en fin es una buena historia tengo algo de interes en la segunda parte pero con esta primera ya has dejado claro lo que querias decir en un principio

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  3. Muchas gracias Wallace, por fin una crítica sincera y directa, espero que sea la primera pero no la última.
    Pronto tendréis la segunda parte, en cuanto tenga un ratito me pongo a ello.

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