¡Disfruta mucho más de ti!

Adicto al cambio

Si lees esto quiero que sepas que contigo fue distinto, de verdad, lo nuestro fue diferente y por favor, nada de marcas blancas.
Engreído, caradura, cabrón, egocéntrico, tal vez fuera todo eso, tal vez no fuera nada, creo conocerme mejor que nadie y eso hace que cuando alguien se equivoca al valorarme sea una de las mayores decepciones que pueden darme.

Somos simples, necesitamos del abrazo de la gente para poder vivir, necesitamos la compañía, el calor humano. El problema es cuando esas compañías intentan desprestigiarte, no miran por ti y disfrutan con tu sufrimiento, haciendo que sus tristes vidas sean más interesantes al verte débil.
Por todos es sabido que muchísima gente se alegra del mal ajeno, sintiendo ser mejor al compararse contigo y al ver que tú sufres más, que estás peor. Vivimos en una continua competición, en la que no queremos llegar a la meta, lo que queremos es quedar primeros.
Es triste pero la mayoría de personas pensamos que es peor dar tres vueltas alrededor del Retiro corriendo en una hora a tardar dos horas pero habiendo ganado una carrera estúpida. Necesitamos ganar, demostrar que somos mejores que el resto.
Sí, soy un engreído, caradura, cabrón, egocéntrico, pero tengo un motivo para serlo, yo no necesito ganar a nadie, me basta con ganarme a mí mismo y sólo a mí, con superarme cada día, con que la meta esté alejada un km más cada día.
Mis sentimientos decían NO pero mi razón decía sí, necesitaba hacerlo, necesitaba cambiar de aires, necesitaba volver a aquellos aires ya probados, sólo dos personas a lo largo de mi vida no habían conseguido aburrirme.
Por norma general aquello que tanto ansias no suele caerte encima, no, suele caer a tu alrededor y tú tienes que darte cuenta que está ahí para buscarlo y si das el máximo, encontrarlo. El destino es listo, sabe que no valoramos las cosas que directamente nos caen encima, por eso lo que de verdad vale la pena, tienes que buscarlo, está cerca, pero si no estás buscándolo, no lo encontrarás.

Me ahorraré la parte de romanticismo, no es lo mío, si queréis leer historias románticas, este no es vuestro blog.

Mar, olor a mar, calor sofocante de ese que se clava en tus hombros, ese es el telón de fondo. Los protagonistas de la obra éramos dos, ella y yo, con la playa como público, y ¿qué decir? Improvisábamos el guión.
Habíamos estado follando toda la noche del día anterior, llegando a dolerme la polla, cosa que no pasaba muy a menudo, sólo cuando fuerzo y cuando mi mente ya no es capaz de seguir engañando a mi cuerpo.
Tocaba relajarse, tocaba ir a la playa.
No os quiero aburrir con otro relato con sexo en el mar, os lo podéis imaginar, si no lo hacéis hay un relato llamado “Olor a mar” que lo hace a la perfección, o por lo menos a lo máximo que consigo con la punta de mis dedos.
Sí, me la folle en el mar, nos corrimos en el mar y nuestra corrida formó parte de las miles de toneladas de agua salada que tiene el mar Mediterráneo. Fue ahí cuando me di cuenta que el mar era peor que una piscina para niños pequeños, la piscina estaría llena de orín, el mar de corridas.
Pero no, eso no es lo importante, lo importante fue cuando yo esperándola en la orilla, me fijé, mi mirada se clavó en ello, había un cartel luminoso con la palabra RETO en las alturas y apuntaba directamente a donde yo estaba mirando.
Al ver que yo tenía mi mirada clavada al horizonte ella se giró, miró donde le guiaban mis ojos y acto seguido me miró y se empezó a reír.
Qué miraba os preguntaréis. Soy un estúpido, lo había tenido tan cerca y nunca me había atrevido, pero ahora lo veía claro, el sol me quemaba la espalda, el agua salada me hacía sentir pegajoso pero no podía parar de pensar en aquello… Una plataforma en el medio del mar, sí, esas plataformas con toboganes y demás gilipolleces. Quería follármela allí.
De día era complicado, follármela contra la plataforma pero bajo el agua no suponía ningún reto, quería follármela encima, estar completamente desnudos como si esa plataforma estuviese perdida en el medio del mar y nadie fuera a molestarnos.
Pero como bien dijo ella, para que nadie nos molestase, el sol tampoco tendría que hacerlo, lo haríamos de noche, follaríamos en esa plataforma, chillaríamos, nos correríamos con la luna reflejada en el mar y con los gritos de los borrachos en la orilla, sin poder vernos, solo imaginarnos y envidiarnos.
Al fin y al cabo yo también amo la competición, por eso quería follar allí, porque era difícil hacerlo.
Fuimos a comer algo a un restaurante cercano, ella no mencionó el tema, yo sabía que a ella le encantaba la idea, era incluso peor que yo a la hora del sexo y del morbo, pero ella me conocía también muy bien. Sabía que mi cabeza aún estaba planeando cada detalle de nuestra aventura, cada pequeño detalle.
Supongo que lo que nos gusta de la playa no es la playa realmente, si no es la excusa que nos da para salir a la calle a hacer algo sin parecer idiotas. Una excusa que nos vino a la perfección ya que la tarde pasó igual de rápido que pasa cuando estás con alguien interesante, supuse que el combo de la playa de estar con ese alguien interesante aceleró aún más el tiempo.
El sol ya casi se había ido por lo que ambos fuimos a su casa a dejar las cosas y a prepararnos. Ella se quedó con su sugerente bikini blanco y yo con mi bañador surfero, colgándome ella las llaves de su casa alrededor de mi cuello, estaba de puta madre follar encima de esa plataforma pero lo estaría más aún si después pudiésemos volver a entrar en casa.
Por fin llegamos a la playa, a la altura que estaba aquella plataforma, íbamos a tener que nadar unos cien metros hasta llegar hasta ella, pero había un fallo en el plan, el agua estaba helada.
Decidí calentarnos un poco antes de lanzarnos a nadar por lo que la tiré sobre la arena y le empecé a comer la boca, presionando sus labios entre los míos y absorbiendo hacia dentro, estaba realmente deliciosa. Mi mano derecha ya empezaba a jugar, frotándole el coño a través de la braguita de su bikini, al poco rato ya estaba completamente calada, por lo que decidí meter la mano por dentro y meterle un par de deditos para masturbárselo. Con mi otra mano aproveché para sacarle una teta, bajé mi boca y empecé a lamerle el pezón, ella estaba gimiendo y podía notar en su coño lo cachonda que estaba. Mi polla cada vez estaba más dura por lo que decidí que era hora de meternos en el agua. Ella se colocó el bikini y me miró, en su mirada pude ver esa mirada de deseo, esa mirada que sin duda te demuestra que ese alguien está deseando follarte.
Mi polla estaba súper dura, el bañador no podía esconderla, por suerte no nos veía nadie, ella no paraba de mirarme, le agarré de la mano y nos metimos en el agua, estaba helada, era como que te metiesen un hielo por la espalda sin previo aviso, pero estábamos demasiado cachondos, nos daba igual.
Empezamos a nadar, habíamos hecho unas tres cuartas partes del camino cuando decidimos descansar un poco agarrándonos a una bolla, la distancia desde la playa parecía menor.
Cinco minutos después ya estábamos subidos en la superficie de la plataforma.
Fue subir y lanzarme a por ella, empecé a desnudarla, al ritmo que yo también lo hacía, hasta estar completamente desnudos. Ella se agachó, se puso de rodillas y me la empezó a chupar, podía ver como disfrutaba chupándomela, al igual que me hacía disfrutar a mí.
Mi polla bailaba con su lengua, sus dientes me la arañaban y sus labios me la apretaban. No abría los ojos para mirarme y saber que me estaba muriendo de placer, ella ya lo sabía.
Tuve que parar, no había venido hasta aquí para que me hiciese una mamada y ya está. Ella me hizo tumbarme sobre la plataforma y empezó a chupármela de nuevo, ya que yo no podía jugar contra ella, le dije de al menos que me diese algo con lo que mi lengua se pudiese entretener, ella se tumbó sobre mí, poniéndome el coño en la boca y empezó otra vez a chupármela.
Me contaba mucho concentrarme, ella llevaba ya un rato lamiéndomela y yo por más que intentaba lamerle el coño, morderlo y apretarlo entre mis labios, no era capaz de negar el placer que me estaba dando, tenía que esforzarme más.
Intente ignorarla todo lo que pude y me concentré en comerle el coño, puse las manos sobre su cuerpo empujándolo contra mí, mientras yo levantaba algo la cabeza para comérselo mejor, pude notar cómo era ella la que ahora no era capaz de concentrarse, hasta que minutos después me dio por imposible y se sentó sobre mi boca, olvidándose de mi polla.
Yo seguí comiéndoselo, pasando mi boca de un lado a otro y metiendo mi lengua dentro, al ritmo que hacía espirales con ella para tocarle todo lo posible, ella estaba sobre mí, gimiendo y chillando.
Decidí parar, esto podíamos hacerlo en cualquier sitio, el morbo de todo esto era donde estábamos. Me levanté y sin decirle nada, me lancé al agua de cabeza. Ella hizo lo mismo y me buscó en el agua, vino y me abrazó, yo noté el roce de su cuerpo en mi polla, polla que llevaba media hora larga dura como una piedra.
Me abrazó entre sus piernas y apretó su coño contra mí, yo la fui moviendo por el agua hasta que hice que su espalda chocase contra la plataforma, fue entonces cuando aún comiéndonos la boca, quité mi mano derecha de su cintura y me la agarré, dirigiéndola directa a su coño.
Le puse justo la punta en el coño y de un golpe seco se la metí hasta dentro, ella dio un grito y a partir de ese momento no paré de empujar, mi polla entraba y salía muy despacio, quería que la notase bien, que notase mi calor y lo dura que la tenía, ella no paraba de gemir al ritmo que mi polla entraba.
Al rato volvimos a subir a la plataforma, yo la cogí y la puse a lo perrito, siempre me dijo que yo tenía un gran problema en el sexo, y es que me encantaba follármela por detrás, pero, ¿qué iba a hacerle? Me encantaba su culo y ya me sabía su cara de memoria, era imposible ver aquel culo desnudo y no lanzarme a metérsela sin parar.
Empecé a follármela a lo perrito, pero ella paró, me dijo que cambiásemos, a lo que yo entendí que quería cambiar de posición pero no fue así, quería que me la follara mirando a la playa, yo lo entendí, ella se cambió y yo volví a metérsela, apretando con todas mis fuerzas en cada penetración.
Fue entonces cuando vi lo que quería decir, estábamos de cara a la playa, playa que estaría a unos cien metros de nosotros, veíamos a la gente a lo lejos disfrutando de la noche, las luces de los pubs, todo el mundo ajeno a nosotros. Era como estar follando en medio de una discoteca, desnudos, sin que nadie se diese cuenta.
A partir de ese momento mi polla disfrutó el doble con cada penetración, sus gritos aumentaron y yo quise subir un poco el nivel.
Le dije que se pusiera a lo perrito en el borde de la plataforma, por el lado que daba a la playa, yo aproveché para agarrarle de las muñecas y tirar hacia mí, empujándola un poco hacia delante para que pareciera que se iba a caer, acto seguido, empecé a metérsela, no podía hacer tanta fuerza como agarrándola de las carreras pero la sensación que ella sentía lo multiplicaba con creces.
Estaba como flotando sobre el mar, a punto de caer, dependiendo de que yo la tenía agarrada por los brazos, y por si eso fuera poco, veía perfectamente a aquella gente, aquella gente que se veía diminuta desde nos encontrábamos, aquella gente ajena a que estábamos follando a escasos metros de ellos.
Al rato me corrí, fue una corrida impresionante, el morbo de aquella situación fue brutal. Me corrí y me tiré sobre la plataforma, ella se tumbó a mi lado y ambos nos quedamos viendo el cielo. Me gustaría deciros que nos quedamos viendo las estrellas pero no fue así, tan sólo nos tumbamos después de un trabajo bien hecho, sus corridas, las mías, todo había salido a la perfección. Tardamos un rato en volver a ponernos la ropa y más rato aún en volver a lanzarnos al agua para volver a la playa, no apetecía nada volver a nada hasta allí, pero no quedaba otro remedio, o tal vez si…
Tal vez pudiésemos quedarnos allí hasta que el sol nos despertara, los dos tirados en la plataforma hasta que las primeras personas empezaran a llegar a la playa para esos primeros rayos de sol, tal vez…

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