¡Disfruta mucho más de ti!

El escorpión y las redes sociales

La vida es un pañuelo, un pañuelo que además está lleno de mocos y yo soy uno de ellos, un buen moco de los que te salen cuando estás resfriado. ¿Te doy ya el suficiente asco? Bien, prosigamos.
Era de día, sí, ese periodo de tiempo en el que el sol está en lo más alto. Además era uno de esos días de calor agobiante, en los que nada más pensar que vas a tener que juntarte con un gran grupo de gente, te entran los sudores.
Calor, mucho calor, me sobraba la ropa, pero tenía que pasar por allí, no me quedaba otro remedio.
Me empezó a doler la cabeza, estaba cansado, con ganas de coger el metro y volver a casa, quitarme la ropa y tirarme sobre el sofá, desconectar.
Pero algo surgió, algo me sorprendió, de repente, entre el tumulto de gente, alguien me llamó, pero no me llamó como lo haría cualquiera que me conociese, no, me llamó con el nombre de “Hero”.
Lo ignoré, supuse que no se refería a mí, pero esa voz, volvió a gritar: ¡Hero! No me quedó otro remedio que girarme y allí estaba ella.
¿Nunca os ha pasado que el tiempo corre súper despacio en la cabeza y podéis pensar muchísimas cosas en una situación que dura un segundo? Vale, pues a mí sí que me ha pasado y esa vez me volvió a ocurrir.
Pensé en que no mucha gente conocía el verdadero aspecto de Hero, su cara, su pelo, su color de ojos, su altura. No a todo el mundo le desvelaba esos datos. Yo quería pasar inadvertido, quería seguir en la sombra, contar mis historias y despejarme, sin pensar en que alguien, algún día, iba a reconocerme e iba a llamarme por el nombre de aquél héroe adicto a la mermelada. Héroe que estaba íntimamente ligado al sexo, a la aventura, a la sorpresa, a la prepotencia. Pero seamos sinceros, si yo desvelaba los datos, era porque algún día esperaba que alguna de esas personas, privilegiadas para mí, me reconociera.

Por fin me giré. No os diré el nombre, ni su pseudónimo, dejémoslo en una X, puede que algún día os la despeje.
Se trataba de una chica un poco más baja que yo, ojos castaños, delgadita, de estilo alternativo y… rubia, sí, rubia, ¿qué queréis? Fue una casualidad, yo no tengo culpa de que el destino sea tan cruel a veces.

– Hero: Hola, ¡qué sorpresa! La verdad que en persona mejoras bastante.

– X: ¿Ya empezamos? ¡Pues yo creía que serías más alto! Dijo entre risas.
– Hero: Eso es de noche, de día no me pongo tacones.
– X: Eres aún más payaso que por internet, volvió a decir entre risas.
– Hero: Sí, pero por aquí tengo la ventaja de que te puedo dar dos besos, que es la primera vez que te veo y aún no te he besado. Mientras decía esto me acerqué a ella y nos dimos los dos besos protocolarios.
– X: ¿Qué haces aquí?
– Hero: Yo creo que está claro, ¿no?
– X: No te preguntaría si lo supiese.
– Hero: La verdad es que me iba ya, pensaba coger el metro e irme a casa.
– X: ¡Nunca respondes a nada!
– Hero: A los héroes, aún siendo héroes de la mermelada, se nos otorgan ciertos privilegios.
– X: Estás más tonto…

La conversación siguió durante un par de minutos, no creo que sea relevante que os la cuente, es una de esas conversaciones típicas superficiales que puedes tener con cualquiera, en la que ambos evitáis los silencios incómodos. Después de un rato, le dije de irnos a tomar un café, ella accedió. Ni siquiera le pregunté qué hacía por allí, tal vez lo mismo que yo,”tan sólo pasaba por allí”.

Fuimos a una cafetería del centro y nos acercamos a la barra, ambos pedimos un café solo, dato curioso que pasaría a ser uno más de todos los que hubo.
No creo que haga falta que os ilustre con toda la conversación, hablamos de ella, de sus estudios, de sus parejas, de mi ex y por supuesto… de mi blog.
Ahí fue cuando el tema se empezó a calentar, supongo que es algo normal cuando te pones a hablar de sexo con alguien con quien sientes cierta tensión sexual, tensión sexual que por supuesto, era mutua. En esta conversación despejo muchas preguntas que me habéis hecho más de una vez, hay veces que respondo, sería el café…

– X: ¿Por qué empezaste el blog?
– Hero: Es muy largo de contar.
– X: Va, no te me pongas ahora misterioso, cuéntamelo, insistió ella.

Aquella mirada directa y aquella personalidad tan parecida a la mía me convenció, supuse que hacerme el tonto durante más tiempo, no iba a valer de nada, si había logrado convencerme, es que esa chica valía realmente la pena. Juguemos, me dije.
– Hero: Digamos que siempre he tenido facilidad para convencer a la gente de hacer cosas y a eso súmale el que sea capaz de transmitir sensaciones.
– X: Con eso no me aclaras nada.
– Hero: Siempre me han dicho que escribo bien y que a veces soy capaz de llegar al interior de las personas.
– X: No te sigo, ¿qué tiene que ver eso para escribir un blog porno?
– Hero: Va íntimamente ligado. Con ciertas chicas, cuando ellas no querían follar, o no les apetecía, yo les calentaba hasta que eran ellas las que me insistían en hacerlo.
– X: Sigues sin responderme.
– Hero: Te respondo a más de lo que crees.
– X: No, no lo haces.
– Hero: Antes escribía otras cosas, nunca he tenido un diario ni nada por el estilo, pero si he escrito partes de una novela, novela que llevo dos años con ella y que aún tengo a medias. Ciertas personas la han leído, ya hace bastante tiempo, entre ellas una de esas chicas a las que yo calentaba para follar cuando a ella no le apetecía.
– X: ¿Escribes el blog porque esa chica te dijo que lo hicieses?
– Hero: En parte sí, probé y salió bien. Al principio no llamaba a las cosas por su nombre, por respeto. Pero me pregunté, ¿respeto a qué o a quién? Alguien que lee este tipo de relatos, estoy seguro que prefiere leer coño a leer vagina, pierde todo el encanto.
– X: Pienso igual. La verdad es que es algo difícil de escribir, lo he intentado una vez y no me salían las palabras.
– Hero: Las palabras salen solas, todo es práctica, yo siempre he sido de ciencias, odiaba escribir, no tengo paciencia y se me cansaba la mano.
– X: ¿Cómo que no tienes paciencia?
– Hero: Sí, al escribir a mano, generalmente pienso más rápido de lo que escribo, por eso me canso, no soy capaz de escribir a mano. En cambio escribir a ordenador, cubre esa carencia, escribo a la misma velocidad que pienso, a la misma velocidad que recuerdo.
– X: Vamos, que escribes el blog porque a una chica a la que calentabas, le gustó lo que escribías sin ser porno, y te dijo que probaras con sexo, ¿es eso?
– Hero: Exactamente eso señorita, dicen que se me da bien calentar, ¿tú qué crees?
– X: No se te da mal, dijo mientras se humedecía los labios.
– Hero: ¿Tu cuerpo qué piensa?
– X: Mi cuerpo no piensa nada, pero no sé, en persona es muy diferente calentar.
– Hero: ¿Te atreves con una apuesta?
– X: Me das miedo, dijo entre risas.
– Hero: ¿No te doy nada más?
– X: ¿Qué apuesta es?
– Hero: Fácil, tú me dejas que me acerque a tu oído y te cuento lo que yo quiera, si consigo calentarte, tú pagas los cafés.
– X: ¿Crees que puedes calentarme?
– Hero: Ya lo estás.
– X: ¿Qué te hace pensar eso?
– Hero: Cosas mías. ¿Te atreves o no?
– X: Esto es muy raro, no sé.
– Hero: Tienes razón, dejémoslo.
– X: ¿Qué? Me preguntó extrañada.
– Hero: No todo en la vida es sexo, estoy cansado, me gustaba la conversación que estábamos teniendo.
– X: No hay quién te entienda.
– Hero: Al revés, tú pareces entenderme por lo que me has estado contando antes y hay dos posibles finales para este encuentro.
– X: Creo que me imagino uno, ¿cuál es el otro?
– Hero: ¿Cuál es el que imaginas tú?
– X: Mejor di tú lo que crees que puede pasar.
– Hero: Que acabemos en el baño, o que no pase nada.
– X: ¿Y qué crees que va a pasar?
– Hero: ¿Qué creo o qué quiero?
– X: Las dos cosas, dijo entre risas pero sin parar de clavarme su mirada.
– Hero: Es una situación muy morbosa, pero sería otra más, no sería especial.
– X: Tu problema es que piensas demasiado en lo que puede o no puede ser. ¿Por qué no te dejas llevar alguna vez?
– Hero: A lo mejor en mi naturaleza no está eso de dejarme llevar.
– X: ¿Por qué crees eso?
– Hero: ¿Te sabes la fábula del escorpión y la charca?
– X: Siempre con fábulas y metáforas… cuéntamela.
– Hero: Esto era un escorpión que estaba al borde de una charca que quería cruzar, pero evidentemente él, no podía por lo que le pidió a una rana que estaba allí, que le ayudara, que él se subiría a su espalda y esta le trasportaría hasta el otro lado. La rana le pregunto que cómo iba a fiarse de él, podría picarla. A esto, el escorpión le contestó que no podría picarla ya que ambos morirían. La rana accedió y el escorpión se subió a su espalda, pero en medio de la charca, el escorpión le picó. Mientras ambos se empezaban a ahogar, la rana le preguntó: ¿por qué? El escorpión contestó: Porque está en mi naturaleza.
– X: Está muy bien, pero déjame ser una rana confiada, puede que esta vez el escorpión sea capaz de controlarse.
– Hero: El escorpión seguirá siendo un escorpión, te picará.
– X: El escorpión no le avisa a la rana de que va a picarle, al contrario, dice que no lo hará, déjame confiar en ese escorpión.
– Hero: Entonces serás una rana estúpida que aún avisándola, morirá.
– X: ¿Te das cuenta que le das la vuelta a todo?
– Hero: Me he perdido, ilumíname.
– X: Sí, ahora que yo me lanzo, tú me cuentas la historia del escorpión, creo que deberías aclararte y más aún cuando encuentras a una rana que es capaz de confiar en ti y subirte a su espalda para que cruces la charca.
– Hero: ¿No tienes miedo de que te pique?
– X: Eres un escorpión que necesita a más de una rana, puede que quieras picarme, pero si lo haces, sabrás que seré la última, no creo que te la juegues tanto.
– Hero: Creo que me acabas de poner cachondo.
Ambos reímos.
– X: ¿Por comportarme como una rana idiota?
– Hero: No, por ser capaz de seguirme el juego y que cuando yo le doy la vuelta, tú seas capaz de dar una más sin esconder lo que quieres en realidad.
– X: ¿Qué quiero en realidad?

No le contesté con palabras, le agarré de la cintura y acerqué mi cara a la suya, amagando de que fuera a darle un beso, tras varios amagos, le mordí el labio inferior y nos empezamos a comer la boca. Mi lengua entró en su boca y empezó a jugar con la suya, empezaron a entrelazarse, a probarse, a saborearse. Me acerqué a su oído y le dije de ir al baño, ella accedió, aquella morbosa situación le ponía tan cachonda como a mí.
Entramos en el baño de mujeres, nos colamos dentro de uno de los baños y cerramos la puerta tras nosotros, poniendo el cerrojo.
No pasó un segundo de cerrar la puerta y empezar a comernos la boca mientras nos frotábamos, mientras ella se apretaba a mí y mientras mi mano le frotaba el coño a través de aquellos shorts. La tenía durísima y ella lo sabía, yo me apretaba todo lo que podía contra ella, haciendo que lo notara.
Se agachó y me desabrochó el cinturón, me lo bajó junto a los bóxers y me la empezó a masturbar mientras me miraba y me preguntaba si tenía un condón.
Yo saqué uno y se lo enseñé con mi mano izquierda, pero ella me ignoraba, seguía a lo suyo, masturbándomela y ahora empezó a lamérmela, su lengua se deslizaba haciendo círculos por la punta de mi polla, sacaba la lengua completamente de la boca y la restregaba por mi polla, también empezó a presionármela entre sus labios como si se tratase de una mazorca de maíz. Me estaba volviendo loco, baje mi mano derecha agarré su cabeza, ella me miró y se dio cuenta de lo que me estaba haciendo disfrutar, no paraba de masturbármela con una de sus manos mientras me la chupaba, poniéndose mi punta en el interior de sus carnosos labios, para que los viera, para que la deseara aún más.
Mira hacia abajo y la veía ahí, con los ojos cerrados disfrutando de la mamada que me estaba haciendo, no podía mirar hacia abajo, tenía la polla a punto de estallar, pero entonces ella paró y me cogió el envoltorio del condón.
Lo abrió y se puso el condón en la boca, se acercó a mi polla y me lo puso con la boca. Se bajó los shorts y se dio la vuelta, poniendo ambas manos sobre la pared y con el culo en pompa, para que yo viese lo bien que le quedaba el tanga, mi polla no podía estar más dura, era imposible, tenía unas ganas de penetrarla impresionantes, había logrado sacar mi lado salvaje y mi polla, mi lengua, mis dedos y todo mi cuerpo, iba a agradecérselo.
Me acerqué a ella por detrás y le apreté la polla contra el culo, que notase lo dura que la tenía, mis manos fueron a sus tetas, apretándoselas a través de aquella camiseta de tirantes, ella se giro y nos empezamos a comer la boca, mientras yo la empujaba contra la pared, apretando bien fuerte mi polla pero con cuidado para que el condón no se jodiese. Mi polla pasaba entre sus nalgas, mis manos apretaban sus tetas y mis dientes se clavaban en sus labios.
Me agache, le moví el tanga y lo vi, tenía el coño apretadito, completamente depilado, ni me lo pensé, me acerqué y me puse a devorárselo, fundiendo los labios de mi boca junto a los de su coño y lamiendo de arriba abajo. Mis labios iba de arriba abajo apretando los suyos, haciéndole un cunnilingus perfecto, nada podía fallar, tenía que demostrar de lo que era capaz Hero Mermelada. Ella empezó a soltar unos tímidos gemidos que fueron subiendo su volumen a la par que yo seguía comiéndoselo.
Me levanté y le di la vuelta, le quité la camiseta y le saqué una teta, curiosamente tenía un piercing en el pezón, yo empecé a comérsela, a lamérsela, a chupársela con cuidado de aquel piercing, más tarde pasé a su cuello, y después a su boca, donde ya me quedé.
Le dije que se moviese el tanga, que iba a penetrarla con él puesto. Le agarré la pierna derecha y la levanté todo lo que pude, quedándola a la pata coja.
Me la coloqué y fui empujando muy despacito, penetrándola súper despacio, que me sintiera cada milímetro, ella no se inmutó, no paraba de comerme la boca, de devorarme. Mi polla estaba completamente dentro de ella y empecé a sacarla lentamente, otra vez quería que me notase a la perfección. Repetí el movimiento en varias ocasiones hasta que ella me dijo que parara.
Se dio la vuelta y se volvió a poner en la posición en la que se puso antes, enseñándome el perfecto culo que tenía y demostrándome que sabía a la perfección las posturas que me gustaban.
Le moví el tanga, me agarré la polla y se la froté, hasta que la penetré. Le agarré de las caderas y empecé a penetrarla sin parar, a lo bestia, ella empezó a gemir, a gemir muy fuerte, mi polla no paraba de entrar y salir, estaba disfrutando cada segundo, cada milésima.
Tuve que parar, sus gritos eran demasiado altos. Le volví a dar la vuelta, me colé entre sus piernas y empecé a penetrarla mientras le comía la boca, pero ella ya no respondía a mis mordiscos, tan sólo gritaba, gemía y me estaba volviendo loco.
Le tapé la boca con una mano y quedé mi carita a pocos centímetros de la suya mientras la penetraba con todas mis fuerzas y a toda velocidad. Pude notar como su cuerpo se retorcía bajo el mío, yo seguí empujando, iba a correrme, hasta que… me corrí.
Me quité el condón y lo tire al baño, tiré de la cadena, nos volvimos a colocar la ropa y nos fuimos directos a mi piso.
En cuanto dejábamos de andar nos dedicábamos a comernos la boca. En el metro, en mi ascensor…
Por fin llegamos a mi piso y fui al baño, le dije donde estaba mi habitación y que se fuese desnudando, que ahora iba. Yo fui preparando la bañera, quería que todo fuese perfecto, no quería fallar, más tarde veréis que me equivoqué con lo de la bañera.
Fui a mi habitación y allí estaba ella, completamente desnuda masturbándose, con los ojos cerrados, ignorando mi presencia, como en uno de mis relatos. Yo me mordí el labio mientras la miraba, pensando en todo lo que íbamos a disfrutar.
Ella no abría los ojos, seguía masturbándose y retorciéndose en mi cama, y lo mejor de todo, parecía disfrutar. Me desnudé por completo y me puse a su lado, empecé a comerle la boca mientras ella se masturbaba, mi polla estaba dura como una verdadera piedra, tenía unas ganas de follármela increíbles.
Era el momento de sacar la artillería, mermelada y esposas, aproveché el momento para cortar la bañera, no quería que se me inundase la casa.
La esposé a mi cama y le fui dando mermelada, metiendo dos dados en el tarro y metiéndoselos en la boca, ella me los chupaba y yo los sacaba completamente limpios. Empecé a darle mermelada por las tetas, por la tripa, por las caderas, por los muslos, por la carita y por supuesto, por el coño.
Fui recorriendo cada parte de su cuerpo con mi lengua, empezando por arriba, por su boquita, por su cuello, sus hombros, sus brazos, sus pechos… Llegué a sus piernas sin haber rozado siquiera la mermelada que tenía en el coño y le empecé a lamer las ingles. Yo le pregunté si quería que se lo comiese, ella me ordenó que lo hiciera, y que lo hiciese ya.
Puse cada una de mis manos en cada uno de sus muslos y me puse a devorárselo, igual que había hecho en aquel estúpido baño, pero ahora, con mermelada.
Ella se retorcía, gemía, gritaba, jadeaba, estaba disfrutando. Estaba quedando mi edredón nuevo completamente pringado, pero me daba igual, esta vez merecía la pena. Le quité las esposas y me hizo tumbarme sobre la cama. Ella se me puso encima, de espaldas y empezó a frotarse contra mí, frotando mi polla con su culo y pasándosela por delante y aplastándola contra su coño.
Se dio la vuelta y me dijo que tenía unas ganas impresionantes de follarme, yo le dije que no hablase, que lo hiciese. Le di un condón pero ella me dijo que no hacía falta, que tomaba la píldora, pero que antes no se fiaba de mí. Curioso que me hayas follado si no te fiabas de mí, pensé.
Estaba sentada justo en mi polla, mirándome y mordiéndose el labio. Comenzó a masturbarse de nuevo, mirándome, mirando mi cara de vicio y fijándose en mi polla. Yo le dije que se levantase un poco, me agarré la polla con la mano y me puse a frotársela por el coño, apretándoselo con mi punta, ella cerró los ojos y se dejó hacer.
Fóllame, le dije. Me agarró la polla y me la masturbó un par de veces mientras me veía la cara de placer, después se la colocó y fue cayendo sobre ella, se tumbó sobre mi y empezó a follarme, a subir y bajar, a sentir mi polla completamente dentro y a sentir como salía.
Yo le estrujé el culo mientras ella me follaba, incorporándose cada vez más. Sus tetas le colgaban, yo me incorporé con ella y me puse a comérselas mientras le ayudaba con las penetraciones. Ambos empezamos a jadear, ella curvó la espalda y yo caí sobre ella, tomando yo el mando en las penetraciones.
Se la saqué y le dije que me acompañase a la bañera, ella me dijo que no, se apoyó sobre mi mesa y puso el culo en pompa, cerrando las piernas para que pudiese ver bien el coño que tanto ansiaba por volver a penetrar.
Ella se tumbó sobre la mesa, aún estando de pie, colocándose a lo perrito. Yo empecé a penetrarla por detrás, apretándola bien fuerte contra la mesa con cada penetración, hasta que me corrí.
Tenía ganas de más, de mucho más. Le hice poner una pierna sobre una silla y yo por detrás, casi de lado, empecé a metérsela, esa posición la volvió loca, no paraba de chillar, gritaba como nunca había escuchado a nadie.
También probamos ella de cara a mí encima de la mesa, contra la pared, ella follándome en una silla, hicimos un 69 y me corrí en su boca mientras yo tenía la mía ocupada con su delicioso coño.
Al día siguiente le pregunté otra vez por lo de la bañera, a lo mejor tenía algún tipo de fobia al agua, pero no. No quería follar tanto conmigo, no quería conocerme en el sexo, no quería probarlo todo en un solo día, en definitiva, me dijo que yo tenía la manía de querer conocer a la gente en un día, de no tener paciencia.
Supongo que fue algo anecdótico, me resultó curioso probar tantas cosas, tantas posiciones y luego no poder follar con ella en la bañera. Desde mi egocentrismo pensé que a lo mejor no quería enamorarse de mí, desearme tanto en el sexo como para cogerme ese cariño que algunos llaman amor. Por supuesto, estaba equivocado, lo que realmente quería es tener algo nuevo que hacer conmigo si quedábamos otra vez.
Era exactamente igual que yo, solo que yo no me había dando cuenta de mi error. Ella tenía razón, yo tenía la manía de querer saberlo todo en el primer minuto y a veces hay que dejar lugar al misterio, a la sorpresa, ya sea dejando para otro día el follar en la bañera o en no contar alguna parte de ti.
Al fin y al cabo, somos humanos, somos curiosos por naturalezas, si supieses todo sobre alguien nada más conocerlo, ya no tendría la capacidad de sorprenderme. Desde fuera supongo que se verá como una auténtica gilipollez, así lo veía yo al principio, luego logré entenderla, comprenderla y lo que es mejor, logré darle la razón.

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