Para mí un vicio no es más que la virtud de que te guste algo pese a que la gente lo vea como algo oscuro o incluso malo. La gente es idiota y no todo el mundo es capaz de tener gustos que van contra lo que la gran mayoría piensa.
Pero vamos al grano, vamos a que me gusta manipular, vamos a que me gusta jugar con los nombres propios de los que leen este blog. Me gusta jugar con Jara, Alejandra, Laia, Teresa, Ana, Helena, Raquel, Marta, Alicia, Estefanía…
¿Cómo no jugar? Suena fatal eso de jugar con las personas y a mí me encanta todo lo que está mal, al fin y al cabo estoy ciego y no veo la línea del bien y del mal.
Pero bueno, no os voy a engañar, si juego es porque puede salir ganando en algo, aunque luego a veces pierda.
¿Si soy yo un niño me preguntas? No, yo estoy en el grupo de los gilipollas, en este grupo no tenemos edad.
Espera, ¿estoy comparando a mi ex con un perro? Se nota que mis dedos ahora son más de entrar en coños que en tocar teclas para escribir un relato, porque he perdido toda mi imaginación. ¡Pobres perros! ¡ES BROMA!
Hola Laia.
Encima no te rías.
Y me dice Helena que escriba como si nadie me leyera… ¡Mierda, he dicho su nombre!
MALDITOS VICIOS.
No, no me incluyo. A diferencia de la mayoría que busca alguien con quien follar cuando le apetece echar un polvo, a mí me apetece echar un polvo cuando me encuentro con alguien follable. Ahora mismo mis dedos echan polvo, en todos los sentidos.
Curioso el mundo de las ex, creo que no podría tener tres ex más diferentes entre sí. Una no quiere saber nada de mí como modo de protección, otra tiene que “chafardear” de vez en cuando mientras se engaña con los porqué lo hace y la otra simplemente actúa.
Hola Jara, espero que siga en pie lo del costillar en el Fosters.
Hace unos años me estuve acostando con una chica que sale en esa caja tonta llamada televisión, esta chica se había inventado una relación con un amigo de toda la vida para que no la agobiaran por las redes sociales los buitres de turno. ¿De verdad hay gente que va tras la fama? Bendito anonimato. ¿Quién coño será Marta, Jara, Helena? Y lo más importante, ¿quién coño seré yo?
Supongo que ese es un vicio común en esta sociedad, la fama. La gente confunde la fama con el poder y el dinero. ¿Estáis seguros de que queréis llegar al punto de poner sonrisas falsas pese a estar destrozados por dentro? Bueno, eso ya lo hacéis y no os conocen ni en vuestra casa, ¿verdad?
Pero bueno, vosotros no sois así, todos los que me leéis sois alfas y os saltáis cualquier tipo de estereotipo, por eso ninguna lleváis el septum o el tatuaje en las tetas por pura moda aunque os quede horrible. Con los hombres no me meto, que nosotros somos mucho más fáciles y con calcular el porcentaje de fotos en Instagram en las que salimos sin camiseta ya puedes saber de qué va la cosa.
Sí, yo tampoco sé si está más buena por delante o por detrás.
Todos tenemos un retiro y yo por suerte puedo decir que lo tengo a algo más de 1500 km de Madrid y que encima hablan otro idioma, por lo que siempre que voy entreno varias lenguas.
Estrasburgo.
Intentaré saltarme el “Callejeros Viajeros” y lo resumiré en que conocí a una chica de RTVE en un grupo de Facebook para gente en Alsacia. No daré más detalles que entre los nombres propios que me leen aún queda alguna puta loca de esas que va a casa de la gente o le manda mensajes. Si esto me pasa a mí no me quiero imaginar a cualquier famoso que tiene que lidiar con gropies a diario.
Tras unas semanas hablando, quedamos.
La verdad es que estaba ya todo hecho, ella misma me había dicho cómo quería que me la follara, por lo que no nos guardamos nada.
Estaba preciosa, pero no de esos “preciosa” que sueltas a cualquiera, no. Eran de esos “preciosa” que sueltas a quien deja de estar buena para pasar a ser “preciosa”.
Llevaba un vestido de verano, con sandalias, tenía el pelo corto como en la foto y sus piernas eran kilométricas.
…
Entramos en su casa y me lancé a su cuello, por algún motivo que aún desconozco me apetecía morderle, por lo que le clavé los dientes con fuerza, a lo que ella respondió con un grito mitad de dolor mitad de placer.
Tenía la sensación de que ella ahora mismo estaba dentro de mi cabeza y yo dentro de la suya, esa sensación de seguridad que te ocurre con unas pocas personas con las que sabes que le va a gustar todo lo que le hagas.
Le dejé una marca en el cuello, pero sin mayor importancia. Después de comprobar que no me había convertido en vampiro me lancé a su boca, mordisqueando su labio inferior mientras lo lamía con mi lengua.
Le agarré la cara y nos empezamos a comer la boca mientras yo sujetaba su cabeza con mi mano. Me alejé para ver su carita, a lo que ella aprovechó para meterse mi dedo gordo en la boca y chupármelo como si se tratara de mi polla. Después me cogió la mano y me los empezó a chupar uno a uno.
Le agarré de la cintura y la apreté contra mí, que notara lo dura que la tenía. Ella se colgó de mi cintura y se empezó a frotar, moviéndose arriba y abajo contra mi polla. Después se bajó de mi cintura, escurriéndose poco a poco y se puso de rodillas.
Me quitó el cinturón y me bajó los pantalones y los bóxers.
– Pon atrás las manos, le dije.
Me la agarré y se la empecé a rozar por toda la cara, mientras ella intentaba seguirla con su boca para comérmela, pero yo no le dejaba. Le dije que abriera la boca y que no me la chupara, a ver si era capaz. Me la seguí rozando por su cara, rozándola por los labios de su boca e introduciéndosela dentro, fue en este momento cuando ella me la agarró con una de sus manos y me la empezó a masturbar sin parar.
No paraba de mirarme mientras la apretaba fuerte en su mano y acercaba cada vez más su boca, pero sin llegar a tocarla. Fue entonces cuando la atrapó entre sus labios y se la metió en la boca. Fueron unos minutos de puro placer, ni siquiera se dignó a mirar hacia arriba a ver si me estaba gustando, tenía los ojos cerrados con fuerza y no paraba de comérmela, saboreando cada instante, notándola dentro de su boca, tan caliente y dura.
Hice que se levantara y le empecé a comer la boca mientras la empujé contra la pared, le dije que se diera la vuelta, me agaché y le quité el tanga, pero dejándole el vestido.
Poniendo cada una de mis manos en uno de sus muslos, le indiqué que abriera un poco las piernas, ahí me lancé a comerle el coño. Primero pasé mi lengua entre sus labios, después le metí los dedos y empecé a meterlos y meterlos sin parar mientras mi lengua saboreaba todo lo que podía.
– Métemela, me decía.
Acabamos por desnudarnos por completos mientras nos comíamos la boca, mientras ella me arañaba y yo la mordía.
Fue entonces cuando se puso sobre una mesa, abriendo las piernas indicándome de que ya era hora de follar y de entrar hasta el fondo. Me acerqué y ella me atrapó con sus piernas, pero yo aún quería más calor.
Me la empecé a rozar en su coño, a dar golpes con ella, pero… Ella no quería esperar, me la agarró y se la colocó, entonces se dejó caer y entró por completo.
Yo no me lo esperaba y ambos nos miramos al notar esa sensación de entrar por primera vez, de notar ese calor, lo dura que la tenía y cómo había entrado hasta dentro de un golpe seco.
Le agarré la cara y me la empecé a follar, sacándola y metiéndola despacio, mientras ella movía sus caderas para que en cada embestida le entrara de una forma distinta.
A mí cada vez me apetecía más duro, nos habíamos estado calentando demasiado y me apetecía algo más sucio y fuerte.
Se la saqué y le dije que se pusiera a cuatro patas, tenía muchísimas ganas de agarrarle de un hombro y empujar con todas mis fuerzas para metérsela sin parar y hasta correrme.
Pero ella prefería otra cosa, me convenció para subirse encima de mí, estando yo de pie.
Atrapó mis caderas con sus piernas y se dejó caer, yo noté como mi polla se rozaba en ella, cómo pasaba justo por su coño y cómo ella no paraba de rozarse sin parar.
Me agarré la polla y se la metí, incliné un poco las piernas y con su ayuda me la empecé a follar de pie. Ella me ayudaba subiendo hasta arriba, sacándose mi polla por completo, y yo la embestía desde abajo, haciendo que cada vez que se la metiera fuera de un golpe seco y hasta el fondo.
Acabamos tumbamos en la cama, yo debajo y ella encima, con mi polla dentro ella no paraba de moverse un lado y otro, como para notarla por todo su coño, pero sin sacársela. Fue entonces cuando se apretó a mí y con rápidos movimientos me empezó a follar justo la punta, estaba tocando el puto cielo.
Se apretó más a mí y yo empecé a follármela desde abajo, hasta tal punto de que ella puso los ojos en blanco y dejó de moverse. Yo no podía parar, se la metía sin parar, los choques de mi cuerpo contra el suyo cada vez sonaban más y sus gritos cada vez eran más agudos.
Me puse sobre ella y me puse a comerle el cuello mientras se la metía y metía sin parar, estaba a punto de correrme. Coloqué mi cara sobre la suya, ella abrió los ojos y ya no los cerró, tenía la boquita abierta, con los labios hinchados del calor que tenía. Seguí, se la metía y sacaba a toda velocidad, hasta que… Me corrí.
Me quedé dentro durante segundos que parecieron minutos, mi cara a centímetros de la suya, sin parar de mirar a esa boca que seguía abierta.
Hace unos días me preguntaron qué prefería, si el sexo con amor o sin él.
Creo que la gente confunde mucho el sexo con amor al sexo con confianza, he hecho el amor como tal pocas veces en mi vida, creo que podría contarlas con una mano y os aseguro que no hay sexo que siquiera se parezca a ese. ¿El problema? No puedes ir tras él, ni siquiera teniendo pareja te sale siempre, es una conexión que por mucho que intentes forzarla no te va a salir.
Feliz polvo.