¡Disfruta mucho más de ti!

Un sueño hecho realidad

Hoy iba a ser un día un tanto extraño. Tenía una amiga a la cual ponía muy cachonda, era escribir dos frases y ella ya empezaba a humedecerse los labios con la lengua, era escribir cuatro frases y empezar a morderse el labio, era escribir cinco frases y empezar a masturbarse…
Tenía pensado darle una sorpresa, había contactado con su compañera de piso, mi plan era ponerla cachonda estando yo en su portal, que su compañera me abriese la puerta sin que mi amiga se enterase y cuando empezará a masturbarse, entrar yo en la habitación. Sí, soy un cerdo y tengo una mente perversa, pero… ¿qué le vamos a hacer? Me encanta como soy.
Estaba ya en su portal, me había asegurado de que ella estuviese en casa, por lo que le abrí una ventana de chat y empecé a calentarla.

– Dicen que hoy llueve, que el ambiente va a estar muy húmedo pero que hará calor, empecé la conversación.
– No creo que llueva, hace mucho calor, ¿qué dices? Jajaja, me contestó ella.
– Me lo ha dicho un pajarito, que hoy de tanto calor, va a subir la humedad y que comenzará a llover en breves, repliqué.
– Ya sé por dónde vas… hoy no lo vas a conseguir, me contestó.

Yo seguía en su portal, iba a darle un toque a su compañera de piso una vez empezara a calentarse, escribir todo esto desde un iPhone era complicado, echaba de menos mi portátil.

– Sabes que nunca fallo, ¿qué te hace pensar que hoy no lloverá? Una ducha, tú y yo, los dos abrazados y yo pasándote la esponja por todo tu cuerpecito mojado y el agua sin parar de caer sobre nosotros, tú sintiendo el frio de la pared contra la que te tengo apretada y lo suave de la esponja sobre tu cuerpo, tu espalda, tu cuello, tus piernas, tus pechos, tu coño…
– Calla, no sigas.
– ¿No quieres saber lo que uso después de la esponja? Le pregunté.
– No, calla, me respondió.
– ¿No quieres sentir como me aprieto contra tu espalda y como mis manos se posan sobre tu cintura y van subiendo acariciándote la tripita directas a tus pechos mojados?
– Dios, te odio… respondió.
– ¿Sigo? Pregunté.
  ¡Te odio! Sigue…

Por fin había dicho la palabra clave, le di un toque a la compañera de piso y me abrió la puerta, subí en ascensor hasta su piso, la puerta estaba medio abierta, me colé dentro y saludé a la compañera de piso de mi amiga, cerrando la puerta tras de mí intentando no hacer ruido.
Me dijo donde estaba su habitación, me acerqué y abrí la puerta de un tirón y al abrirla…
Ella estaba en frente de mí, sentada en una silla, con una mano dentro del tanga. No le di tiempo a reaccionar. Me acerqué y la tiré encima de la cama, le  bajé el tanga de un tirón hasta los tobillos y de otro tirón se lo quité y lo lancé por la habitación. Le abrí las piernas con ayuda de mis manos y empecé a comérselo. Ella aún estaba en trance, no se esperaba esto para nada, no sabía si estaba en un sueño o si mi escritura ácida había conseguido cambiar su percepción de la realidad, pero le daba igual, se había propuesto disfrutar.
Tenía el coño súper mojado, realmente calado, mi lengua se deslizaba a la perfección, subiendo por uno de sus labios y luego bajando por el otro, lamiendo su clítoris mientras le introducía dos dedos y le comenzaba a masturbar.
A los pocos minutos ya se había corrido, yo seguí comiéndoselo, sin darle más importancia, pero ella me dijo que parase y así hice. Se incorporó y se quitó la parte de arriba, no llevaba sujetador por lo que ya se encontraba totalmente desnuda.
Se sentó en un borde de la cama y agarrándome de mi cinturón tiró hacia ella y empezó a desabrochármelo, me bajó los pantalones, los bóxers y se quedó mirándomela, incrédula, por fin iba a poder sentirla.
Me la agarró con una mano y me la empezó a masturbar para después metérsela en la boca, quería notar lo caliente que estaba y lo dura que me la ponía, empezó a apretármela con sus brazos mientras su lengua me la lamía, se la sacó de la boca y me la lamió de arriba abajo, parándose en la punta, donde empezó a lamerla de un lado a otro, metiéndose la puntita y lamiendo, para después metérsela entera. Todo esto sin parar de mirar mi cara de placer y como yo tuve que agarrarle la cabeza con dos manos de lo bien que me la estaba mamando.
Le dije que parase y que se tumbase en la cama, me desnudé por completo y me la agarré, me fui acercando a ella y empecé a movérsela en el coño, sin metérsela, tal y como le escribía cuando le ponía cachonda.
Apreté mi punta contra su coño y fue recorriéndolo mientras seguía apretando, como si le quisiese dejar marca, jugué en el borde de su agujerito y se la acabé metiendo, muy lentamente, quería que notase como entraba despacio, sin prisa, hasta que la tuvo dentro por completo.
Me tiré sobre ella y le empecé a comer la  boca, aquí fue cuando me di cuenta que era la primera chica en mi vida a la que le había comido el coño antes que la boca, una anécdota más que contar, ella también me había comido la polla antes que la boca, curioso a la par de interesante.
Empecé a penetrarle sin parar, estaba muy cachondo, el ponerle cachonda también había hecho mella en mí. Ella me hizo tumbarme para manejarme, me la agarró y se la metió y empezó a follarme a toda velocidad, mi cara era un verdadero poema, ver a aquella chica follándome de aquella manera mientras sus tetas subían y bajaban me estaba poniendo malísimo, y ver su cara con la boca abierta, escuchar sus gritos y sentir la humedad en mi polla cada vez que entraba y salía de ella era algo impresionante.
La agarré fuerte de las caderas y empecé a ayudarle con las penetraciones, subiendo cada vez que bajaba, para que la penetración fuera lo más profunda posible. Ella acabo abrazada a mí, apretando sus tetas contra mi pecho y con la cabeza en mi hombro, apretándose todo lo que podía mientras yo no paraba de penetrarla a toda velocidad, hasta que me corrí…

Fue la simplicidad hecha maravilla, no puedo describir la sensación de placer que tuve en ese primer polvo, el morbo de aquella escena es algo que no puedo explicar, de cómo a veces de un polvo tan simple a la vista, pueda hacer que nos corramos como lo hicimos.
Por supuesto el día y la noche no acabó así, el morbo fue tan fugaz como placentero, pero volveré a verla, el morbo es fácil de volver a crear.

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