¡Disfruta mucho más de ti!

Ojos verdes

Odio lo que no entiendo, a la par que me resulta interesante por no entenderlo, corro tras ello y acabo cansándome, cansándome por haber gastado energías por algo inútil, o tal vez, por algo que escapa a mi entendimiento.
No me gusta lo que no tengo, pero tampoco puedo decir que tengo todo lo que quiero, no soy de esos que cuando ve estrella fugaz pide un deseo, pero sí que deseo cumplir mi sueño.
Odio a la gente que necesita una excusa para ser algo, para ser realmente quien es y para si es capaz, mostrárselo al resto. ¿Karma? Tira una piedra al primero que pase por la calle, lo único que ocurrirá es que posiblemente un policía llame a la puerta de tu casa a ver que ha pasado, a veces ni eso.
La justicia no existe, la justicia es ciega y siendo sinceros,  los ciegos no son justos, venden lotería. ¿Buscas justicia? Empieza por buscarte a ti mismo, haz la carrera que te apetezca, di lo que te apetezca, fóllate a quien te apetezca. Es fácil decirlo y suena genial, ahora posiblemente tengas un ataque de adrenalina y estés deseando hacer algo que no harías sin el empujón que estás deseando que alguien te dé, en ese caso, no leas más, si sigues leyendo vas a leer un polvo, nada más, algo que casi mundo ha hecho y que quien no lo ha hecho, posiblemente lo haga antes de morir.
La belleza se va, abdominales, culo, tetas, todo es superficial, y creedme, me encanta la superficialidad, si alguien te dice que se fija en el interior, te miente, se fijará en el interior de tu blusa, pero nadie quiere follarse tu interior, bueno, no literalmente.
Cualquiera puede tener un cuerpo precioso pasando varias horas en el gimnasio, poniéndose una dieta, operándose, ¿qué es lo que nos queda entonces?
Personalidad, carácter, interior.
Sé tu mismo, sé la mejor versión que tienes, sé único, que no te vendan modas, los únicos que realmente son adictos a la moda, y lo son porque no les queda otro remedio, son los niños explotados en otros países para hacer la ropa que posiblemente lleves en este momento.
¿No te gusta llevar ropa de moda? ¿Te gusta ser diferente? Y yo me pregunto, ¿por qué? Repito, sé tú mismo, no llevar ropa de moda porque es una moda, te haría un adicto a la moda igualmente, no vendas que eres diferente, no lo eres, eres diferente a lo corriente pero igual que cualquiera que se cree diferente.
He descubierto que mi punto G está en la cabeza, y no en la mía. Tienes un culo espectacular, unos labios que muchos pagarían por saborear, pero al fin y al cabo, lo que me gusta está en tu cabeza, esa parte que me follo con las palabras, esa parte, que si no cambia, va a hacer que te elija a ti y que me quede contigo.
Despertarme, bostezar, camino al baño, lavarme la cara, ducha rápida, verme la cara en el espejo, intentar peinarme, volver a intentar peinarme, dar la victoria a mi pelo, coger el móvil, llamarte, quedar contigo, salir de casa, metro, salir del metro, buscarte, tú.

Seguía como siempre, su color de ojos no había cambiado, estaba más morena y su pelo parecía más rubio de lo que era antes, su mirada seguía diciéndome lo mismo y su cuerpo… dejémoslo en que su cuerpo me hacía pensar en lo mismo en lo que siempre me había hecho pensar.
Había conocido a muchas chicas últimamente pero ninguna había logrado seducirme con palabras como ella lo hacía con un simple gesto, gestos que posiblemente mi mente malinterpretara, y eso precisamente, era lo que me volvía loco.
Fuimos al McDonalds de Montera, sí, esta vez no me importa dar nombres, quizá oíste nuestros gemidos ese día, quizá y sólo quizá, tú hicieses lo mismo ese día.
Y repito, fuimos al McDonalds, era por la mañana, no había nadie, pero yo tenía antojo de comerme una buena hamburguesa, pedí un helado y subimos a la parte de arriba, la hamburguesa me siguió junto con su mirada de ojos verdes.
Nos sentamos en una mesa junto a la ventana y mientras yo me comía el helado, ella me miraba, por alguna extraña razón, yo no podía aguantar su mirada, algo me pasaba, decidí mirar a la calle y pensar en que en este mundo, no somos nadie.
Miraba a la gente, pensando en que cada uno estaba viviendo su vida ajeno a todos los sentimientos que nos pasan por la cabeza, ajenos a nuestro nombre, a nuestros sueños, ignorando que tal vez algún día el destino nos hiciese cruzarnos.

El móvil sonó y me desperté.

Despertarme, coger el móvil, bostezar, quedar contigo, camino al baño, lavarme la cara, ducha rápida, verme la cara en el espejo, intentar peinarme, volver a intentar peinarme, dar la victoria a mi pelo, coger el móvil, salir de casa, metro, salir del metro, buscarte, tú.

Es curioso como simples fotos ayudaron a mi subconsciente para soñar con ella, como lo plantearon todo como un guión que íbamos a tener que seguir a rajatabla, pero… mi sueño tuvo fallos, y yo iba a arreglarlo.

Estábamos en la parte de arriba del McDonalds, y ella me miraba, yo esta vez, no es que no pudiese aguantar su mirada de ojos vidriosos, es que era incapaz de mirar a otra cosa, perder el tiempo con la gente que pasaba por la calle, personas a las que no le importaba y que a mí tampoco me importaban…¡Já!
Empecé a comerme el helado, sin ganas, tenía ganas de una hamburguesa, fui directo, ella era como yo, no me costó convencerla para ir al baño, no hizo falta exponérselo como un abogado que intenta demostrar al juez que su cliente es inocente. Bastó con un: Tú, yo, helado, baños, ahora.

Abrimos la puerta de uno de los baños, nos colamos dentro y pusimos el cerrojo, como si esperásemos que cerrando la puerta fuese a evitar que alguien nos pillase y supiese lo que estábamos haciendo ahí dentro.
Puse el helado en el suelo y empecé por agarrarle de las caderas, aprovechando para mirar las largas piernas que salían de sus cortos shorts blancos. Nos miramos, pensando posiblemente, en cómo habíamos vuelto otra vez a lo mismo, en como nuestras miradas de deseo volvían a cruzarse, en como estábamos a punto de volver a follarnos, de volver a probarnos, sentirnos…
Empezamos a comernos la boca, ella me agarraba del pelo, y yo le mordía los mientras intentaba secuestrar su lengua para poderle pedir un rescate, un rescate que posiblemente sería, poder volver a secuestrársela.
Me dijo que sacase la lengua de la boca, yo la saqué, ya sabía sus técnicas, saqué mi lengua y me la empezó a lamer y a chupar, como si en lugar de mi lengua, se tratara de otra cosa.
Estaba empalmado, muy empalmado, apreté mi cuerpo contra el suyo y seguí comiéndole la boca, apretando mi entrepierna contra la suya, quería que me notase.
Ella se dio la vuelta, poniendo su culo en pompa, no sabía exactamente lo que pretendía, pero yo le abracé, pasé mis manos por delante y apretándome contra su perfecto culo, colé una de mis manos dentro de sus shorts y de su tanga, estaba completamente calada.
Empecé por recorrer los labios de su coño con mis dedos, mientras le besaba y le mordía el trozo que une el cuello con los hombros.
Mis dedos la penetraron y ella no pudo aguantar más.
Fóllame, me dijo en la mezcla de un susurro y un gemido.

No pude negarme, no podía decirle que me lo pidiese por favor, el favor era poder follármela, poder follarnos.
Le bajé los shorts por detrás, viendo su estupendo culo y lo bien que le quedaba el tanga. Me deleité durante un par de segundos mirando la superficialidad, y después, me puse a disfrutar de ella.
Empecé por morderle las nalgas, clavando bien fuerte mis dientes, a chupárselas, a lamérselas, y… a dejarle un recuerdo en forma de chupetón en su nalga derecha.
Ella quería más y se dio la vuelta, su tanga esta vez… tapaba aquella parte de su cuerpo que tanto deseaba, aquella parte que me había hecho disfrutar con un niño con una golosina, aquella parte que…
Estiré su tanga hacia arriba, haciendo que se le metiese por el coño y dejando a la luz los dos labios de éste. Empecé por lanzarme a uno de sus labios, dejándolo entre los dos labios de mi boca y lamiendo lo que me quedaba por dentro, mientras me deslizaba de arriba abajo, lamiendo, mordiendo sin parar.
Pasé a su otro labio, ella se estaba volviendo loca, volví a usar la misma técnica, aprovechando para colar dos deditos por lo que su tanga estaba tapando y empecé a penetrarla mientras seguía usando mi boca para hacerle llegar al cielo.
Mis dedos jugaban dentro de ella mientras mis labios le apretaban, mientras mi lengua le lamía, escuchaba sus tímidos gemidos, intentando aguantar para que no nos escucharan, por fin, se corrió y me dijo que parase.
No me dio tiempo a asimilar lo que estábamos haciendo, cuando me quise dar cuenta, estaba con los pantalones y los boxers a la altura de los tobillos y mi polla estaba dentro de su boca.
Empezó a masturbármela con una mano, mientras su lengua me la lamía, cada vez que su lengua hacia una pasada a lo largo por mi polla, podía notar en su carita lo mucho que le gustaba notar lo caliente que la tenía.
Me apretó la punta entre sus labios y se la empezó a introducir en la boca, empezó a mamármela al ritmo que me gustaba, leía mis pensamientos, sabía lo que quería.
Le aparté el pelo tras la oreja y me deleité viendo aquella preciosidad disfrutando con mi polla, disfrutando dándome placer.
Puse mi mano bajo su barbilla y le indiqué que parase, que subiese a mi boca, ella me ignoró, siguió chupando, haciendo que la deseara cada vez más y más. Volví a poner mi mano bajo su barbilla, indicándole que parase, esta vez me hizo caso y subió a comerme la boca, pero sin parar de masturbármela con una de sus manos, jugando conmigo.
Le levanté una pierna, haciendo que sus shorts quedaran en el tobillo de la otra, iba a penetrarla, quería correrme dentro de ella, quería volver a sentir ese calor, quería volver a darle mi calor, que notase lo dura que la tenía y que recordase los viejos tiempos.
Le levanté una pierna, ella se movió el tanga, guiándome para penetrarla, me la agarré y se la puse en la entrada, le miré a los ojos y empujé, penetrándola poco a poco, notando su calor en mi polla, su humedad…
Mientras apretaba su pierna contra la pared, empecé a penetrarla lentamente, subiendo el ritmo cada vez más, apretándole con fuerza contra la pared, dejando rienda suelta a mi pasión, dejando rienda suelta al deseo que tenía por ella.
Alguien entró en los baños, intenté parar pero era incapaz, le tapé la boca y seguí penetrándola despacio, mientras jadeaba a su oído de verdadero placer, no podía evitar seguir follándomela, me daba todo igual, iba a correrme.
Le di la vuelta, mi adicción a los culos me obligó, le baje el tanga por debajo de los muslos, ella puso su culo en pompa y apoyó las palmas de sus manos sobre la pared, esperando sentir mi polla.
Me la agarré y me la frote por los labios de su coño a lo largo, empapándomela de su néctar. Me la estuve frotando durante unos segundos hasta que… la volví a penetrar.
Empecé despacio y acabé dándole con todas mis fuerzas, chocando contra su culo sin parar, ella bajó una de sus manos y empezó a masturbarse el clítoris mientras mi polla entraba y salía sin parar, hasta que… me corrí, nos corrimos, nos olvidamos.

Nos vestimos, salimos del baño y nos pusimos a pensar en que siempre que cometíamos alguna locura, nos olvidábamos de todo, únicamente pensábamos en nosotros, nos olvidamos del helado, de la persona que había entrado al baño, nos olvidábamos de las barreras que se ponían nuestras mentes para volver a probarnos, simplemente… nos dejábamos llevar.

Por cierto, hoy me he dado cuenta que mi pulsera va a juego con los shorts que tenías ese día, curioso, ¿eh?

7 comentarios en «Ojos verdes»

  1. Me encanta la primera parte, y es que para algunas cosas pensamos igual. Eres toda una contradición.
    Cada vez escribes mejor sobre aquello que no tiene que ver con el sexo. 😉

    Responder

Deja un comentario