¡Disfruta mucho más de ti!

De Madrid al cielo.

Podemos empezar esta historia con que ambos éramos la tensión sexual no resuelta del otro desde hacía algún tiempo y que tarde o temprano, esta historia, iba a surgir de un modo u otro.
¿Qué os puedo decir de ella? Largas piernas, cuerpo escultural y una larga melena rubia cayendo sobre su espalda, pero no hablemos de ella todavía, dejad que os cuente como empezó todo.
Casualmente, debido a motivos que no vienen al caso, debía viajar a la ciudad de donde era ella, por lo que la llamé para avisarla de mi llegada. Disponía de dos noches de hotel para pasar allí viernes y sábado, no os puedo decir el nombre de esa famosa ciudad, pero si os puedo contar que tiene una playa preciosa, una larga y preciosa playa.
Perdonad que me salte algo de la historia, pero sin hechos intrascendentes que no son más que echar paja a la historia.
Así pues, ya era viernes y había llegado al hotel, estaba deshaciendo las maletas cuando sonó mi móvil, era ella, estaba con un grupo de amigos tomando algo al lado de la playa, a donde irían más tarde. Ya tenía plan, me puse el bañador, metí la toalla y un par de cosas mas en la mochila, terminé de colocar la ropa y me encaminé a la dirección que me indicó ayudándome del GPS de mi móvil, bendito trasto, pensé en voz alta.
La vi de espaldas sentada en una silla y aún así, ya supe que se trataba de ella, una larga melena rubia cayéndole por la espalda la delató, estaba sentada con un grupo de cinco personas, cuatro chicos y una chica, sin contarla a ella. Me acerqué por detrás sin que me viera y la tapé los ojos con mis manos mientras le susurré al oído “mermelada”, soltó una carcajada al instante, se levantó, me dio un abrazo y me presentó a sus amigos.
Estuvimos charlando durante un buen rato, por las botellas vacías que vi en la mesa, llevaban un buen rato a cervezas, yo preferí tomarme una coca cola. Llevaba a penas una hora con ellos y ya había un amigo suyo que me caía mal, era el típico amigo de toda la vida que está enamorado de su mejor amiga pero que no se arriesga a decírselo, pero si a hacernos difícil la vida a sus pretendientes, lo iba a tener complicado esta vez, pensé.
Por fin nos encaminamos a la playa, el grupo iba delante y nosotros detrás, todo el rato tirándonos indirectas y hablando de sexo, la mermelada era sin duda nuestro tema preferido, aún no sé como no hicimos nada la primera vez que nos conocimos, ahora íbamos a soltarlo todo de golpe, pensé mientras su mirada me desnudaba.
Sus amigos eran un poco aburridos a mi parecer, estuvieron todo el rato jugando a las cartas, casi obligándome a jugar, tuve que acceder, no me quedaba mas remedio. Ella y su amiga estaban tumbadas boca abajo, con la parte de arriba del biquini quitada, tostándose al sol. Por fin sus amigos me dejaron libre, dejaron de jugar a las cartas y se fueron al agua, todos salvo ese amigo que no me quitaba ojo, con miedo a que le quitara a su futura esposa.
Yo no desaproveché la oportunidad, cogí un bote de crema y me senté en el culo de mi amiga, me unté las manos de crema y me puse a esparcírsela por todo el cuerpo.
Empecé por sus hombros, tenía una piel realmente suave, le di crema por toda la espalda y la susurré al oído que me acompañara a por una coca cola al quiosco que había en el paseo, ella accedió sin problemas.
Antes de cruzar la carretera para llegar hasta el quiosco la agarré de la cintura y la miré a los ojos.
– Que sepas, que a partir de ahora y durante las próximas 24h te voy a tener secuestrada, le dije.
– ¿Secuestrada? ¿Yo? Me respondió entre carcajadas.
– Sí, te tengo secuestrada, avisa a quien tengas que avisar, pero que sepas que en las próximas 24h tan sólo vas a estar conmigo, vamos a estar los dos recluidos 24h en mi hotel, 24h que empiezan ahora mismo, le dije mientras mis labios se acercaban cada vez más a los suyos.
– Bueno, ¿y vas a pedir rescate?
– No, tengo todo lo que quiero por el momento, le respondí.
– ¿Seguro que tienes todo lo que quieres? Yo diría que te falta algo.

Dicho esto su boca se lanzó a la mía y me mordió el labio, tirando hacia ella y después soltándolo. Era momento de actuar, le puse una mano en la cara y me lancé a su boca, buscando su deliciosa lengua en su boca. Estuvimos así durante un par de minutos, jugando en su boca y en la mía, nuestras lenguas parecían una, tan solo descansábamos cuando ella sacaba su lengua de la boca y nos las lamiamos fuera, yo se la lamía dándole lengüetazos de arriba abajo, ella me imitaba.
Me alejé de su boca y la empecé a besar el cuello, mis manos ya habían bajado de su cintura a su culo y tenía ganas de más, pero allí no podíamos, nos vería todo el mundo. La agarré de la mano y me la llevé corriendo a una calle que teníamos cerca, nos escondimos un poco en un portal y nos seguimos comiendo la boca salvajemente, mis manos ya querían jugar pero las suyas se me adelantaron, casi sin darme cuenta una mano se había colado en mi bañador y me la agarraba ferozmente, se me estaba poniendo dura, debía controlarme, pero estaba demasiado cachondo.
Se me empezó a poner mas y mas dura, podía notar en sus besos como ella también se estaba poniendo cachonda, le quité la mano derecha del culo y le empecé a frotar el coño a través del biquini, nada mas tocárselo pegó un gemido y se apartó de mi, sacando su mano de mi bañador.
Me miró, con la boca abierta y humedeciéndose los labios, me indicó que fuésemos al agua, yo la seguí. Quería ir por la zona donde estaba su grupo de amigos pero yo la aconsejé que fuésemos mas adelante, ella lo entendió sin problemas, andamos unos doscientos metros y fuimos directos al mar, yo entré el primero y ella me siguió. Me paré en una zona en la que agua me llegaba hasta los hombros y a ella por el cuello, así nadie nos vería.
Se abrazó con sus piernas a mi cintura y empezó a comerme la boca de nuevo, yo metí una mano por entre su biquini y empecé a jugar con una de sus tetas, con su pezón. Pero ella ya quería más, yo ya la tenía bien dura y ella no paraba de frotar su coño contra mí, poniéndome más y más caliente, pero tenía que aguantar, tenía que ser fuerte.
Hice que se pusiese de pie al lado mía, le moví la braguita del biquini a un lado y la empecé a masturbar a toda velocidad con dos dedos, ella empezó a chillar, pero no lo suficiente para que alguien se diese cuenta de lo que le estaba haciendo, aunque por como nos movíamos en el agua no era difícil de imaginar.
Mis dedos no paraban de entrar y salir de ella, una y otra vez, a una gran velocidad, no quería que se corriera, tan solo ponerla cachonda y conseguir que mi empalmada bajara para poder salir del agua. Mis dedos seguían saliendo y entrando, yo de mientras le besaba el cuello, mientras ella jadeaba en mi oído, no sé si había sido buena idea masturbarla allí, tan solo me estaba poniendo más cachondo. Le saqué los dedos y la volví a agarrar de la cintura, le dije que esperásemos a que me bajara lo que tenía entre las piernas para poder salir del agua, no me quedó otra que sincerarme, ella se rió y aceptó. Estuvimos abrazados durante unos minutos hasta que el bulto de mi entrepierna ya no era a penas visible, por lo que decidimos salir del agua.

Nos encaminamos hasta donde teníamos las cosas, le dije que cogiese lo que necesitara, porque íbamos a ir a la habitación de mi hotel y de ahí no iba a salir. Nos despedimos de sus amigos y nos encaminamos rumbo a mi hotel, su amigo (el eternamente enamorado) me lanzó una mirada asesina mientras nos alejábamos, no le culpo, aunque tal vez si hubiese decidido arriesgarse, hubiese sido él y no yo el que iba a disfrutar tanto con esta chica.
Llegamos al hotel y nos montamos en el ascensor, por fin estábamos solos, aunque fuese por poco tiempo, la agarré de la cintura y la traje hacia mí, me dijo que sacase la lengua de mi boca y ella me la empezó a lamer como si tratase de otra cosa, yo por supuesto no soy de piedra, la agarré la cabeza con una de mis manos y la empujé hacia mí, ahora era yo el que jugaba con su lengua, solo que dentro de su boca y descansando dándole mordisquitos en los labios.

Estaba abriendo la puerta de la habitación y ella ya no podía contenerse, me abrazó por detrás y metió una mano dentro de mi bañador, me estaba volviendo loco pero conseguí abrir la puerta. Una vez dentro ella la cerró de un portazo y se desnudó completamente, era realmente preciosa, tenía unos pechos de pezones rosados realmente apetecibles y lo que tenía entre las piernas… Sin darme cuenta ya la tenía delante de mí, de rodillas y de un fuerte tirón me bajó el bañador.
Verla desnuda, con su cara de traviesa y con mi polla en su boca era algo reservado para pocos mortales, intenté pensar, tenía que pararla, pero la chupaba realmente bien, se la metía completamente dentro de la boca y cuando la sacaba me lamia la punta con su larga lengua, a ritmo que me masturbaba con una de sus manos, tenía que pararla…
Así hice, la cogí y la llevé a la cama, ella se abrió de piernas y se agarró las tetas con las manos, hacía verdaderos esfuerzos por no colarme entre esas dos piernas y hacerla sentir mi polla, pero no, tenía que aguantar, aún faltaba mucho para eso.
Abrí la mesilla de noche y saqué unas esposas, ya la tenía esposada, ahora me tocaba a mí. Ella no paraba de frotarse los muslos, uno contra el otro, me estaba poniendo realmente malo, pero iba a aguantar, tenía que hacerlo e iba a conseguirlo. Le agarré una de sus largas piernas y la empecé a besar desde el tobillo e iba subiendo, acercándome a su rodilla, ahí mis besos ya pasaron a ser mordiscos, iba clavando mis dientes más y más mientras le lamía con mi lengua. Y una vez llegué a su muslo, se lo empecé a lamer y a morder, cada vez me estaba acercando más a su ingle y cuando llegué la empecé a lamer, más y más, de arriba abajo.
Ya había terminado con una de sus piernas, que por cierto, sabían a sal, pero eso no las hacia estar menos deliciosas.
Tenia mi cabeza a escasos centímetros de su coño, que ya estaba bastante húmedo, por el agua del mar y por lo cachonda que la estaba poniendo, sin dudarlo, le pegué un lametazo de abajo arriba y le empecé a lamer el clítoris. Esto duró tan solo unos segundos ya que empecé a lamerle la ingle de la otra pierna y a pegarle mordiscos en su otro muslo, para seguir bajando, volviendo a cambiar los mordiscos por besos, hasta que llegue nuevamente a su tobillo.
Ella no paraba de decirme lo cachonda que estaba y las ganas que tenia de que me la follase de una vez, pero aún no, iba a llevarla al límite ese día. Me puse al lado suyo de la cama y le empecé a dar lametazos al clítoris, subiendo mi lengua por su cuerpo, por su tripa, hasta llega al ombligo, empecé a lamerlo, haciendo círculos con mi lengua alrededor y dándole mordisquitos en las caderas de vez en cuando y seguí subiendo…
Le agarré una teta con una mano y se la empecé a estrujar, mientras le lamía la otra con mi mojada lengua, ella no paraba de revolverse en la cama, le daba mordisquitos al pezón y se lo lamía, haciendo espirales con mi lengua desde su pezón, hasta todo su pecho, después repetí el movimiento con su otro pecho, estaban realmente deliciosos.
Me senté en su tripa y agarré cada una de sus tetas bien fuerte, introduje mi polla entre ellas y me empecé a masturbar con ellas, como si la estuviese penetrando, el tacto de mi polla en su pecho la estaba poniendo súper cachonda y yo no iba a poder controlarme mucho más por lo que me puse otra vez a su lado en la cama y empecé a jugar con sus tetas de nuevo, eran perfectas.
Mientras tenía sus tetas en mis manos le empecé a morder los labios y a lamerle el cuello, dándole besos desde la oreja, bajando por su cuello hasta llegar a uno de sus pechos, donde termine por besarla en el pezón. Volví a su cuello y le hice un buen chupetón, quería que tuviese pruebas de que lo de hoy iba a ser real y que no había ido al cielo.
Me faltaba su espalda, la di la vuelta y… este fue uno de mis grandes errores, ella aprovechó y se puso de rodillas, suerte que las esposas aun hacían bien su trabajo pero verla de espaldas, con el culo en pompa, esposada y con el coño chorreando, fue demasiado para mi…
Me puse detrás de ella, me agarré la polla y empecé a jugar en su coño, sin llegar a metérsela, el sonido que hacia mi polla al jugar con aquel coño tan húmedo me puso malísimo, no pensé en nada, simplemente… se la metí, muy lentamente, para que notara cada milímetro de mi entrando en ella, hasta que ya la tenía dentro completamente.
El gemido que dio mientras se la metía hizo que mi mente pasase a un segundo plano, la agarré más fuerte de las caderas y la empecé a embestir, una y otra vez, sus gemidos y el choque de mi cuerpo contra el suyo era algo realmente placentero, pero entrar en aquella mujer, aquello si que era placentero, era algo de otro mundo.
Seguía metiéndosela, una y otra vez, notando el calor de su cuerpo y lo mojada que estaba, a veces sentía que era como pisar un charco de agua, estaba calada y estaba chorreando por los muslos y yo se la seguía metiendo, y ella seguía gimiendo…
Conseguí centrarme, conseguí parar, se la saqué e hice que se tumbara, tenía una espalda preciosa y su culo era algo realmente maravilloso, chocar contra él, había sido algo de otro mundo.
Saqué un pañuelo de la mesilla de noche y se lo puse en los ojos, a la par que también saque un aceite con sabor a vainilla. Aproveché que no me veía para mirarla detenidamente yo a ella, estaba de espaldas, tumbada en mi cama, con el coño mojadísimo, hasta tal punto que había ya una mancha debajo suya, era perfecta.
Me pringué las manos de aquel aceite y me senté en su culo, tuve que hacer verdaderos esfuerzos para no sentarme un poco más atrás y metérsela otra vez, pero esta vez lo conseguí, me iba a arrepentir si lo hacía, estaba para que se corriese ella, si no lo había hecho ya… tenía mucho tiempo para correrme yo.
Empecé por sus hombros, dándole un pequeño masaje a la par que se los besaba después, llamadme romántico pero darle besos en la espalda me estaba poniendo más cachondo que cuando la estaba comiendo el coño hacia unos minutos. Seguí esparciendo el aceite por toda su espalda, bajando mas y mas hasta dar con su culo, donde se lo empecé a restregar bien fuerte con mis manos, apretando bien, llevábamos media hora en la que ella no había parado de gemir, ahora un poco más bajo que cuando me la estaba follando a lo perrito, pero aún así, suficiente para ponerme cachondo.
Seguí con su culo, metiendo la mano entre sus dos nalgas, no quería que hubiese ningún espacio sin aquel aceite, después fue el turno de su coño, donde me volví a dar aceite en las manos y empecé a restregar mi palma contra él, dos o tres veces, no quería masturbarla, tan solo llenarla de aceite.
Era el momento de quitarle las esposas y el pañuelo, me acerqué al cabecero y se los quité, ella se me lanzó encima, me agarró la polla con la mano, me pegó un par de lametazos con la lengua, de arriba abajo y se la metió en el coño, se abrazó a mí y empezó a follarme.
Era una sensación realmente fantástica, aquella chica encima de mí follándome, sus pezones rozando mi pecho. Ella se fue levantando cada vez más y mas, poniendo su espalda totalmente vertical, aquí fue cuando la abracé yo, ella no paraba de subir y bajar y de mover las caderas, me sentía abrazado entre sus piernas.
Quería levantarme pero ella no me dejó, cogió el aceite y se lo tiró todo por el cuello, goteando éste por sus pechos y más tarde por su tripa, hasta llegar todo a su coño. Me agarró otra vez la polla y se la sacó de dentro, se abrazó fuertemente a mí y se me empezó a frotar, estaba llena de aceite, tanto por la espalda como por delante, sus pezones goteaban y mi polla estaba realmente loca. Ella no paraba de restregar su coño contra ella, notando todo lo largo que la tenia, incluso metiéndose la puntita un poco, pero sin llegar a penetrar, era una diosa y se merecía que la dejase actuar. Siguió así durante un par de minutos, los dos sentados en la cama, abrazados por sus piernas y pringados totalmente de aceite.
Ya era demasiado, si seguía así, lo único que iba a conseguir es que mi polla hablara, que la agarrase, la hiciese mirar a la pared y me la follase contra ella.
La agarré sí, pero me la llevé al baño, di al agua caliente y la mezcle con fría, hasta que vi que la temperatura era la idónea. Antes de meternos los dos en la ducha para quitarnos el aceite, la acerqué a mí, le di la vuelta y la puse contra la pared, me agaché y le empecé a dar lengüetazos en el coño, de abajo a arriba, sabia a vainilla y estaba súper pringado, me levanté y le metí la polla, mas y mas fuerte cada vez, estábamos tan mojados que se me resbalaba y se salía de su coño, por lo que tenía que volvérmela a agarrar para metérsela otra vez, esto nos ponía mas y mas cachondos, ella gritaba y miraba hacia atrás, como para asegurarse de que no iba a parar.
Pero tenía que hacerlo, tenía que parar, se la saqué y me volví a agachar, ella se dio la vuelta y se sentó prácticamente en mi cuello, yo la empujé contra la pared y se lo empecé a comer, lamiéndole el clítoris y metiendo mi lengua todo lo dentro que pudiese, a penas pasó un minuto y se volvió a correr, parecía no parar, me había dejado la cara súper mojada.
La agarré y la metí en la ducha, cogí la alcachofa de la ducha y dirigí el chorro hacia su coño, ella ya estaba en un continuo orgasmo, no paraba de gritar.
Empecé a mojarle todo el cuerpo para quitarle el aceite y luego me mojé yo. Cogí un poco de jabón y se lo empecé a dar por todo el cuerpo, me tomé mi tiempo para darle bien de jabón en sus tetas mientras le miraba la cara, tenía una cara de verdadero placer.
Ni siquiera nos secamos, la hice salir de la ducha y la tiré a la cama, fui otra vez a la mesilla y saqué un vibrador, fue activarlo y escuchar un “dios” por su parte, sabía que la iba a gustar.
Ella me hizo sentarme en un borde de la cama, a lo que ella se me sentó encima de mí de espaldas. Era el momento, ella me la agarró y se la introdujo en el coño, sin juegos, y empezó a subir y a bajar. Utilicé el vibrador en su clítoris mientras ella me follaba, ya no era capaz de besarle el cuello, por fin… terminé. Era uno de los mejores polvos que había hecho en mi puta vida y difícilmente superable, aquella chica y su carácter de querer llevar las riendas me puso realmente frenético.
Nos tumbamos en la cama, uno al lado del otro, había sido perfecto coincidimos los dos, pero aun me faltaba una sorpresa, me acerqué a la mesilla y saque un tarro, lo abrí e introduje dos dedos dentro de el. Es mermelada, le dije, ella me miró con la boca abierta y resopló.
Continuará…

4 comentarios en «De Madrid al cielo.»

  1. me imagino que la gente que lee esto debe de tener ganas de saber quienes son las afortunadas que prueban la mermelada.. me encanta ser la protagonista de esta historia, ñam!

    Responder

Deja un comentario