¡Disfruta mucho más de ti!

Pasado

Amanecer en un lugar al que crees no pertenecer, despertar y que la realidad endulce un poco esa sensación de error al darte cuenta de que ella duerme a tu lado, ajena a esos pensamientos tan negativos que nublan tu mente últimamente.
La suerte no tiene nada que ver con el azar, la suerte es una actitud, la suerte es que tú decidas por el camino que ir, que seas tú el que elija lo que hacer, lo que decir y lo más importante, que seas tú el que elija con quien hacer todo eso.
Todos tenemos o hemos tenido un amor platónico, esa persona a la que miras, que cruza miradas contigo y tú pareces ver una conexión donde en realidad solo hay miradas de deseo. Pensamos en cómo será, en si pensará lo mismo que nosotros y llenamos nuestro ego cuando la encontramos junto a su grupo de amigos al lado nuestro, buscándonos.
Amor platónico, curioso nombre, curiosa forma de definir una situación entre dos personas que se aman al desconocerse y se desilusionan al conocerse. Hemos pensado tanto en cómo sería esa persona que la hemos subido a un pedestal al que lo más seguro es que no pertenezca.
Incluso a mí, que me encanta utilizar la lógica en todo, me es imposible escapar de situaciones como esta, en las que se nubla la razón y queremos ver cosas donde posiblemente no haya nada. A lo que me pregunto, ¿no es así más divertida la vida? Lo malo es cuando conoces a esa persona y te das cuenta de que no es más interesante que el carnicero de tu barrio, alguien pesimista diría “lo intentaste”, yo me quedaré con “me divertí”.

Creo ser el único de mi círculo al que le gustan los catalanes, tal vez la culpa sea vuestra, tal vez que en España a todos nos encante criticar, lo mismo da, de lo que estoy seguro es que todos tenemos la misma culpa. Me sinceraré ante vosotros, no me gustan los catalanes, me gustan las catalanas y me gustan mucho, quizá demasiado.

Yo me dejé llevar y ellas se dejaron enamorar, no hay más, una frase que resume todo, me encantaría explicaros lo que creo que es el amor pero ibais a pensar que miento.

Lo primero que me llamó la atención de Barcelona fue que es un Madrid moderno, calles rectas e interminables que acaban en el mar. Lo segundo que me llamó la atención fue que desde pequeño siempre había odiado esa ciudad sin ni siquiera pisarla y ahora… me había enamorado de alguien que jamás me iba a perdonar tener un fallo y que para colmo, no iba a ver tanto como quisiera.

La Sagrada Familia era una preciosa obra de arquitectura, pero quien tenía a mi lado explicándome los entresijos de aquella maravilla, era preciosa a secas. Sus ojos castaños penetraban en mi alma cada vez que me miraban, su mano erizaba mi bello mientras sus palabras calentaban mi mente.
No me preguntéis nada sobre la Sagrada Familia, estoy seguro de que me lo explicó todo al detalle, pero estaba pendiente a otras cosas. Preguntarme si hacía calor ese día, sobre cómo su pelo se movía por el viento, sobre cómo se reía al darse cuenta de que aunque la estuviese mirando, no le prestaba atención.
Me gusta viajar, pero fue hace poco cuando me di cuenta de que las mejores obras de arte que he visto en todos mis viajes, son las personas. Después me di cuenta de que el AVE es una mierda sobre valorada que con tanta vibración te hace imposible dormirte.

Íbamos ella y un grupo de amigos a ver el Valle de Nuria, esto no es un relato de viajes por lo que si alguno se quiere informar, lo tiene a tiro de wikipedia. Os lo puedo resumir en que nos subimos a un tren de cremallera y que al llegar nos dimos una vuelta, viendo el paisaje.
Aún no era nada oficial, sus amigos desconocían lo que ella y yo habíamos hecho días atrás, ni siquiera se daban cuenta de lo que había entre nosotros. Gracias a ellos me di cuenta de que lo nuestro es especial, porque sabes que algo es especial cuando te saltas todas las normas sociales no escritas y os plantéis un morreo para asombro de vuestros amigos, después ignoras su compañía y te vas con ella de la mano a descubrir aquel paisaje en solitario.
Para entender lo próximo que va a suceder debo informaros de que ella estaba tan enferma como yo por el sexo, por el morbo y por lo prohibido, es posible que aún lo esté, lamentablemente, no se lo preguntaré.

Fuimos de la mano como una pareja inocente, recorriendo un camino de subida hasta que decidimos alejarnos de él para empezar a investigar en las sorpresas que suele haber lejos de los caminos que todo el mundo usa.
Acabamos sentados sobre unas rocas, viendo el paisaje, se veía todo el Valle y la vía de tren (si es que se le puede llamar así) por la que habíamos subido. La imagen era preciosa, típica de película americana hasta que ambos nos miramos con esa mirada de deseo que precedía al sexo más salvaje y placentero que jamás habíamos probado.
Le agarré de la mano y me la llevé un poco más alejada de aquellas rocas, alguien podría vernos y aunque me gustase el sexo el público, no me gustaba la idea de que hubiese público.
Me senté sobre una piedra en pleno pseudobosque, ella se sentó sobre mí y me empezó a besar, a los pocos minutos ya tenía una mano dentro de mi pantalón agarrándomela y masturbándomela mientras ésta se endurecía más y más.
Ella seguía besándome, pero yo era incapaz de concentrarme en su lengua al notar como su mano me la masturbaba, ella lo notó y se lanzó a mi cuello, mientras aumentó la velocidad y yo empecé a jadear de placer.
Me desabrochó los pantalones y me la sacó, me la agarró con una mano y empezó a masturbármela, notando lo durísima y caliente que la tenía, notando como me estaba matando de placer. Su lengua hizo contacto con mi punta y empezó a lamérmela, yo ya no podía más… Fóllame, le dije.
Se dio la vuelta y se colocó sobre mí, de espaldas, se metió la mano por la falda, se movió el tanga y se la colocó mientras empezó a caer sobre ella y pude notar el calor de su coño una vez más. Empezó a moverse hacia delante y hacia atrás al ritmo que subía y bajaba, hacía círculos con sus caderas… se movía tanto que lo único que tengo claro es que me estaba matando de placer.
Empecé a besarle entre el cuello y el hombro mientras ella empezaba a gemir, ajena a que alguien podría oírnos, concentrada en sentir mi polla salir y entrar dentro de ella, concentrada en sentir mi boca, en sentir mis manos acariciar todo su cuerpo, en sentir mis manos masturbarle mientras ella me follaba…
Le tapé la boca con una mano mientras ella me follaba sin parar, cada vez con movimientos más rápidos, haciendo que mi polla no parara de sentirle por dentro, haciendo que mi polla rozase esas partes que tanto le gustan, haciéndole imposible seguir por ella misma.
Le hice colocarse a lo perrito, con las manos apoyadas sobre una piedra y me puse por detrás, era la primera vez que probábamos esa posición, pero a partir de entonces, no iba a ser la última.
Le subí el vestido, le moví el tanga y mientras le agarraba la cintura, la penetré mientras mi cuerpo se apretaba más y más a ella. Empecé a follármela muy, muy fuerte, ella gemía y yo tenía miedo a que alguien la oyese, pero no podía parar, era el mejor polvo que había echado jamás.
Más de una vez saqué mi polla completamente sin querer, una de esas veces aproveché para agarrármela y frotársela entre los labios en esa misma posición, eso la volvió loca. Seguí follándomela con cuidado para que no se me saliese entera, hasta que… me corrí como nunca. Había llegado a tal éxtasis que me quedé sentado, con los pantalones bajados, mirándola. Podía notar su mirada de complicidad, como se había quedado sin respiración y como usaba su boca para seguir respirando.
Me vestí, nos quedamos un rato hablando sobre la increíble conexión que teníamos en el sexo y decidimos volver con sus amigos, no sin antes hacer otro paro en el camino, pero eso ya es otra historia…

Es curioso como no olvidamos el pasado, como a veces queremos que siga siendo parte de nuestro presente y que a veces queramos que vuelva a formar parte de nuestro futuro

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