¡Disfruta mucho más de ti!

Orgullo

Después de haber ido a cenar y de estar follando hasta las tantas de la mañana, saboreando cada centímetro de nuestros cuerpos, ahí nos encontrábamos, ambos tirados en la cama.
Sabía que yo le gustaba, que había algo especial, odiaba a las tías que no eran sinceras con sus sentimientos y se querían hacer las duras para intentar ganarme, era absurdo, aunque esa técnica funcionaba, y demasiado bien me temo.
Estaba boca arriba, desnuda, mirando al techo con la mirada perdida y la boca abierta, cerrando los ojos como intentando recordar y estremeciéndose a su vez. Juraría que estaba recordando cada segundo que habíamos pasado juntos hoy, y por como suspiraba, puede que ahora estuviese volviendo a vivir el momento en el que lo hicimos en la ducha, o mejor dicho, los momentos, ya que no hubo una sola vez.
No me aburría de verla, podría pasar toda la noche mirándola, viendo como recordaba esos momentos tan placenteros que hacía pocos minutos habíamos estado viviendo. Por fin, un buen rato mirando al techo, giró su cabeza y me miró.
¿Te ha gustado? Le pregunté
No ha estado mal, dijo en tono borde.
Pues a mí me ha encantado, he disfrutado cada segundo contigo, antes y después de cenar, le respondí.
Tío, si lo que quieres es que te diga que follas bien, de acuerdo, follas bien ¿vale? Déjame en paz, me dijo mientras se sentaba en un borde de la cama y me daba la espalda.
¡Venga! Abre un momento ese caparazón que tienes, tú no eres así, ¿qué coño te pasa? Le pregunté intentando no parecer enfadado.
Soy así, si no te gusta, ya sabes lo que hay, me has follado, me he corrido, no hay más, no ha sido especial para mí, no eres nadie, ahora déjame, me largo a casa. Me contestó mientras se ponía de pie y buscaba su tanga.
No sé por qué te comportas así, ambos sabemos que lo que dices es mentira, te escudas en que eres fría, que no te importa una mierda lo que ha pasado, ¿crees que puedes engañarme? Después de estar follando como cerdos durante toda la noche, he visto como eras, me has abierto esa muralla que tienes contra mí, deja de estar a la defensiva. He visto como durante un cuarto de hora has estado recordando como mi polla ha estado entrando y saliendo de ti, si tengo que volver a follarte para que al menos durante un cuarto de hora actúes como eres realmente, lo haré. Tienes sentimientos y sé cuales son, ¿sabes lo que creo? Que quieres hacerme creer que eres una chica fría, sin sentimientos pero que en realidad, ¿sabes qué? Eres una cobarde.
Dicho esto me puse yo también de pie, la agarré de la cintura y la puse contra la pared, mi polla estaba dura y rozando su coño, pero ambos lo ignoramos.

Déjame…quiero irme a casa, dijo ella con voz triste.
Me gustas, yo te gusto, ¿cuál es el problema? ¿Y si dentro de cinco años te arrepientes por no tener más oportunidades? Mientras le decía esto, iba rozando mi polla más y más contra su coño, podía ver en sus ojos lo cachonda que estaba, de un instante a otro sería ella la que se me tirara al cuello.
Eres un gilipollas, ¿crees que por ponerme cachonda vas a conseguir algo de mí? Me dijo enfadada mientras me miraba a los ojos.

Solté mi mano derecha de su cintura, me agarré la polla y empecé a jugar con ella en su coño, sin llegar a metérsela, como le había hecho tantas veces antes. No había ni un gesto de placer en su cara, noté como me miraba a los ojos, concentrada en no mostrar debilidad, en parecer que no estaba deseando que me la follara otra vez.
Seguí jugando con mi polla, rozándole el coño y ahora metiéndole un poco la puntita, sin llegar a penetrarle, cada vez le costaba más fingir que no le gustaba, hasta que por fin… cerró los ojos y abrió la boca soltando un gemido y un ¡dios!
Le agarré una pierna por detrás de la rodilla y me la puse en la cintura mientras ahora sí, le metía la polla hasta dentro, era incapaz de fingir que no le gustaba, estaba realmente mojada y no paraba de mover la cabeza de un lado a otro, con los ojos aún cerrados y gimiendo.
Empecé a penetrarla muy lentamente, metiéndosela hasta dentro y sacándola entera, muy lentamente, así una y otra vez… Aproveché para morderle los labios, ella no quería abrir los ojos, no quería verme, seguía defendiéndose.
La agarré y la tiré en la cama, ella me miró con cara triste, la puse a lo perrito y volví a jugar con mi polla en su coño, poniéndola más cachonda aún. La volví a penetrar, ahora muy rápido, sus gritos eran verdaderos cantos de sirena, me encantaba como chillaba y el sonido de nuestros cuerpos al chocar, cada vez que se la metía.
Se la saqué y le empecé a lamer el coño, de arriba abajo, lengüetazos desde abajo hasta arriba, así una y otra vez, ella se metió una mano entre las piernas mientras yo seguía lamiéndoselo, se empezó a masturbar el clítoris. Debía de estar a punto de correrse, dejé de jugar con mi lengua y le empecé a meter dos dedos de mi mano derecha a toda velocidad, sus chillidos cada vez eran más fuertes, me estaba poniendo malo al escucharla gemir, aumente la velocidad de mis dedos dentro de ella hasta que… los saqué realmente calados, hasta tal punto que vi como su corrida se le resbalaba por los muslos.
Al instante de correrse se puso boca arriba y aún con su cara de placer me miró, yo seguía de pie, al borde de la cama, me fijé como ladeaba la cabeza de un lado a otro, mientras se reía. Estaba como queriéndome decir que no tenía remedio, que si quería hacer que se corriera, lo iba a hacer, he de deciros la verdad, esa cara que me puso fue mejor que cualquier otra cara que había visto a una tía después de correrse.
Abrió sus piernas mientras me dijo: “Córrete dentro, te toca”.
La agarré de los muslos y la traje hacia mí, no me lo pensé dos veces, apreté mi cintura contra sus muslos y empecé a penetrarla, pero a los pocos segundos ella me dijo que parara, no sabía por qué quería que parase, pero lo hice.
Me dijo que me sentara en el borde de la cama, que quería poner su granito de arena y que fuera ella la que me follase ahora, yo por supuesto no le puse ningún impedimento a eso, me senté en el borde y ella se me subió encima, abrazada.
Se me abrazó y se acercó a mi oído a susurrarme: “me encantas”. Dicho esto me miró a los ojos, se rió y empezó a follarme como nunca en mi vida me habían follado. Notaba como sus pezones rozaban mi pecho, abrazándome más fuerte mientras subía su nivel de gritos, de los cuales hizo un descanso para decirme que le avisara antes de correrme.
Siguió subiendo y bajando, poniéndome las tetas en la cara y yo aprovechando para comérselas, dándoles mordiscos y lamiéndoselas enteras, su larga melena castaña caía sobre mí, iba a ser una corrida realmente épica.
Bajé mis manos de su cintura y la agarré el culo, apretándola fuertemente hacía mí, ella seguía follándome como una diosa, haciendo círculos con sus caderas y empujando cada vez más fuerte. Estaba deseando correrme, darle ese placer, se lo merecía, habíamos estado follando toda la noche pero este polvo estaba siendo realmente bestial, por fin había puesto sentimientos, ya no me estaba follando a una tía que estaba buena, ahora era algo más, estaba siendo especial, notando el calor de su cuerpo contra el mío, sus gemidos en mi oído y sus tetas recorriendo mi cuerpo.
¿Te corres de una puta vez o qué? Me dijo entre jadeos y riéndose.
Estoy a punto, le dije mientras le comía las tetas.
Al escucharlo, se bajó de mí, me fijé en su coño y estaba calada, tenía prácticamente todas las piernas hasta las rodillas mojadas y su coño goteaba. Pero no me dio tiempo a ver mucho más, se puso de rodillas en el suelo y me la empezó a lamer, recorriéndola con su lengua de arriba abajo mientras me la masturbaba. 
Voy a correrme, le dije.
Al instante ella apartó su cabeza y me la empezó a masturbar a toda velocidad, estaba a punto de correrme como en mi vida e iba todo directamente al suelo, pero después me preocuparía por eso. Aumentó el ritmo de su mano masturbándome la polla y ahora sí… me corrí como jamás en mi vida, durante unos intensos segundos no paré de correrme, jamás me había corrido así, hasta ella se quedó alucinada del resultado, yo estaba que no me lo creía.
Por supuesto ella sabía que iba a correrme así, por eso lo hizo, quería hacerme ver que ella también podía hacerme disfrutar como nadie y quería que yo viese como me corría.
Después de correrme me tumbé en la cama, parecía que había estado corriendo una maratón, jamás había vivido aquella sensación con ninguna chica.
Ella se levantó y se tumbó al lado mío en la cama, abrazándome y poniendo su cabeza sobre mi pecho.
Me encantas… perdóname, me dijo mientras me daba un beso en la boca.
Gracias a lo que ha pasado, hemos vivido algo maravilloso, sin duda, esto último ha sido brutal, le dije.
Ha sido la mejor noche de mi vida, me replicó ella.
También ha sido una gran noche, sí, le dije burlándome un poco.
Ella se rió.
Perdóname, no estoy acostumbrada a vivir cosas así. Creía que solo te importaba echarme un polvo, por eso estaba tan fría contigo, pero al ver que realmente te preocupabas por mí, me ha dado miedo, estaba perdida.
Gracias a que estabas perdida yo te he encontrado, le respondí.
Ella me abrazó aún más fuerte y cerró los ojos.
Supongo que es lo que todos buscamos, que alguien abra ese caparazón para nosotros, al fin y al cabo todos tenemos ese caparazón y pocas personas son capaces de abrirlo, de que te comportes tal y como eres. Yo conseguí abrir su caparazón, pero de cierto modo, ella también consiguió abrir el mío.
 “No me gustas por como eres, me gustas por como me haces ser”. Una frase que lo resume todo, si a lo largo de tu vida encuentras a alguien que te hace comportarte y ser como realmente eres, no le pierdas, puede que no encuentres a otro igual jamás.

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