Creo que ambos gestos van unidos, ya que cuando alguien te entrega una rosa amarilla deseando tú que ese color fuese rojo, culpas a tu mala suerte y te preguntas el porqué te pasa eso a ti.
Hace meses había cambiado el color de las rosas rojas que le entregaba por ese color fatídico, el amarillo.
Ahora, día sí, día también soñaba con aquella decisión ya tomada. A veces me pregunto quién lo pasa peor, si el que toma la decisión o quien tiene que acatarla, supongo que será una de esas preguntas que uno se hace para sentirse menos culpable.
Sueños… maravilloso mundo. Mundo en el que cada uno tiene cierto poder sobre su cuerpo pero en el que la realidad no existe, es el mundo de los pensamientos, de nuestros pensamientos más oscuros, de nuestros problemas más profundos, aquellos que creemos ignorar pero que noche tras noche llaman a nuestra puerta cuando nos quedamos dormidos.
He tenido sueños muy raros, como supongo que todos vosotros, he llegado a sentirme celoso tras despertarme de un sueño por una chica que ni siquiera conozco, he llegado a despertarme triste o por el contrario, muy alegre.
Hoy no sé cómo sentirme, este sueño me había chocado, no me lo esperaba, había sido extremo hasta para alguien extremista como soy yo.
Alguien me ha dicho hoy que cuando sueñas con la muerte de alguien, hacemos que ese alguien viva más… Me jodería soñar cada noche contigo muriendo, pero me compensaría al saber que tú vivirás más, haría un trato con el diablo para vender mi alma y poder entregarte a cambio la llave de la felicidad, sin duda, si alguien se la merece, esa eres tú, única y exclusivamente tú.
Porque me doy cuenta que es una chica especial cuando prefiero pasear con ella abrigadita hasta arriba, siendo sus ojos verdes su única parte visible, a tenerla tumbada en mi cama, desnuda.
Porque me doy cuenta que es una chica especial cuando aún hablo de ella en presente, siendo ya el pasado.
Porque me doy cuenta que es una chica especial cuando no paro de preguntarme si hice bien en cambiar el color de las rosas.
Porque me doy cuenta que es una chica especial cuando pienso que para mí no hay personas especiales, que busco tanto la perfección que para que alguien se adapte a lo que busco debe de ser un verdadero ángel.
Y por último, porque me doy cuenta de que tú eres especial porque sin duda, eres un ángel y ahora me pregunto con qué me acosté todas aquellas noches, ya que los ángeles no tienen sexo, esto es algo que quedará entre tú y yo.
Busco ángeles, supongo que unos buscan a Dios y yo me conformo con un ángel, lo había encontrado, le había cortado las alas y ahora iba a ir directamente al infierno. Me gustaba el calor, el problema era mi ángel, ¿cómo iba a conseguir que volviese a subir? ¿Que volviese a volar?
Cuando decidí el título del blog, no elegí el titulo al azar, en la palabra “Placer” narro todo lo que vosotros ya sabéis, sexo y después sexo. En la palabra “Mermelada” dejémoslo en que intento dar un poco de dulzura a esa otra parte de “Placer” sucio, digamos que es mi manera de escribir sexo con amor eliminando la palabra amor de la ecuación.
Las palabras no importan, las palabras se borran, yo no quiero ser un esclavo de mis palabras, aunque también considero que hay ciertos verbos que solo hay que tocar cuando en realidad los sientes.
Te quiero, suena genial, ¿eh? Más lo era su respuesta: ¿por qué me quieres si ya me tienes?
Nos empezamos a besar sobre el sofá, ella me dirigía y yo no me dejaba dirigir, yo no quería ser más que un soldado acatando las órdenes de su capitán, quería demostrarle que era capaz de arrastrarme por el fango si así lo requería ella, quería demostrarle que era capaz de ir a primera línea de fuego si ella me lo pedía, quería demostrarle, que únicamente iba a hacerle caso a ella como capitán, a nadie más.
Estaba sobre mí en el sofá, devorando mi boca, mordiendo mi labio inferior y lanzándose a mi cuello, recorriéndolo con tiernos besos.
Nos empezamos a desnudar lentamente, hasta acabar ambos totalmente desnudos sobre aquél sofá. Ella me la agarró y me la empezó a masturbar mientras con su mano acariciaba mi pecho y mis brazos, mientras su mirada se debatía entre mirar lo que tenía en su mano derecha, o en mirar mi carita de placer.
Paró de masturbármela, podía notar lo nerviosa que estaba, podía sentirlo, aquella conexión especial nos daba el privilegio de no usar las palabras para decirnos cómo nos encontrábamos.
La llevé a la cama y le dije que empezase a masturbarse, no era nuestra primera vez, pero de cierto modo, sí lo era.
Ella aceptó mi consejo, como un capitán acepta el consejo de un soldado.
Se tumbó y se empezó a masturbar el clítoris mientras me miraba, pero paró.
Le dije que cerrase los ojos, que se imaginase que estaba sola, que se imaginase la primera vez que nos acostamos, que simplemente cerrase los ojos y disfrutara, nadie iba a molestarla, este momento era suyo.
Ella empezó a masturbarse de nuevo, cerró los ojos y se empezó a sacudir por la cama, podía ver lo que estaba disfrutando.
Me acerqué a ella y abrió los ojos, le dije que me ignorase, que no parase en ningún momento.
Mientras ella se masturbaba, yo tiré un poco hacia mí, me la agarré y la fui penetrando muy lentamente, ella paró de masturbarse para sentirme, antes de decirle que siguiera, ella ya se estaba masturbando de nuevo, esta vez, conmigo dentro.
Empecé a sacársela despacio, con cuidado, como si evitase romperla.
Cuando la tenía completamente fuera, le empecé a penetrar de nuevo, muy lentamente y se la empecé a sacar, así una y otra vez.
Ella empezó a gemir, se empezó a soltar.
Se la volví a meter esta vez aumentando el ritmo hasta que acabé encima suyo, ella agarrándome la espalda y yo apretándome contra ella, besándola y diciéndole que se relajase, que era yo, que era su sueño y no íbamos a despertarnos.
Empecé a penetrarle cada vez más y más fuerte, la velocidad de las penetraciones también aumento, igual que el volumen de sus gemidos y mis jadeos.
No paraba de besarla en ningún momento, mordiéndole los labios y pasando a su cuello cuando ella era incapaz de devolverme los besos.
Por fin conseguí que ella se lanzase y se coloco encima de mí, frotó su entrepierna con la mía, se elevó sobre mí y empezó a caer sobre aquello que tanto placer le había estado dando minutos atrás, cayendo lentamente, penetrándose lentamente.
Después comenzó a subir y bajar, arqueando la espalda del placer que se estaba dando, yo no podía aguantarlo, me incorporé y acabamos abrazados, haciendo que nuestros cuerpos se tocasen lo máximo posible, sintiendo cada centímetro de mi piel rozado por la suya, sintiéndonos sin parar de penetrarla, de besarle el cuello, de jugar con sus pechos, de lamer sus pechos y de acariciar su espalda, de jugar con su clítoris mientras yo salía y entraba de ella sin parar.
Iba a correrme y se lo dije, ella entre gemidos me dijo que aguantase, mi respiración se igualó a la suya, los latidos de nuestros corazones iban a la par, hasta que ocurrió.
No pude aguantarme más y me corrí y ella, gracias a esa conexión que teníamos, hizo lo mismo.
Ambos acabamos sobre la cama, cada uno a un lado, ambos mirando al techo sin ser capaces de girar nuestras cabezas para mirar al otro, pero no era necesario, íbamos a vernos muy a menudo, al menos, mientras las rosas fuesen rojas.
PD: El título de este relato iba a ser “Confianza”, permitidme poder darle su propio nombre, ella se lo merece, espero que os haya gustado.
PD2: He ampliado el plazo para participar en el concurso de relato erótico, para informarte, entra en: http://concurso.placerymermelada.com
creo que esta roto el link del concurso
Ya está arreglado.
¡Muchas gracias! =)