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Cuarto finalista

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Todo el mundo siempre me ha preguntado cuál era mi fantasía. Y, sinceramente, nunca he sabido contestar lo que quería contestar, porque no estoy segura de ello.
Podría decir que mi fantasía es una aventura en la playa, un trío con dos hombres o incluso un trío con otra mujer… quién sabe. No lo sé. De lo que no cabe duda es que hay ciertos nombres, ciertas imágenes en mi cabeza que obsesionan, que me provocan, que me enganchan.
 El cuerpo es caprichoso y sabe en todo momento lo que quiere, cómo lo quiere y con quién lo quiere. Y ese nombre es prioritario en mi cabeza y mi apetito sexual lo reclama ahora. 
“Es un sábado cualquiera. Estamos algunos del grupo en la discoteca, bailando. Llevo ya 4 copas de vodka y mi cabeza ya está mareada, lo suficiente para no caerme, reírme con cualquier cosa y seguir bailando sin preocupación alguna.
Está sonando “More” de Usher y mi cuerpo cada vez siente más la excitación musical. Pero no es la única excitación que comienza a inundarme.
Se acerca a mí y me coge de la cintura, suavemente, sin prisa. Yo estoy dándole la espalda y empiezo a mover las caderas con más energía, y eso parece que le gusta. Noto como se empalma y sigo restregándome más fuerte aún. Me para y me coge de la mano para alejarme de mis amigos.
Estamos en una esquina de la discoteca, aún abarrotada de gente.
Ahora me coloca frente a él y me mezclo entre sus piernas. Entonces es cuando él me coge fuertemente del culo y nuestras caras se acercan. Le empiezo a comer la boca y a agarrarle del pelo con tanta pasión como me pedía el momento. Nuestras lenguas comienzan una batalla que no nos dejan descansar el uno del otro. Le muerdo, se aparta y con esa mirada pícara me sonríe. Nos volvemos a besar, no paramos. La música ya no importa, porque nuestros cuerpos siguen un ritmo muy distinto.
Le aparto la boca y comienzo a darle pequeños mordiscos en el cuello, y besos cada vez más intensos. Noto como empieza a gemir, a pesar del ruido. Me agarra más y más fuerte del culo, y yo le levanto la camisa y le araño la espalda.
Mi cadera sigue moviéndose, frotándome contra él mientras sigo notando cómo se la pongo dura.
Su mano empieza a bajar de nivel y a meterse por dentro de mi pantalón hasta llegar a rozar mi clítoris.
Estamos unos minutos así, yo sin parar de tirarle del pelo y morder y besarle los labios.
Me separo bruscamente de él, y con una mirada y un simple susurro le digo que vayamos a mi coche.
Le llevo a un descampado y en la parte trasera del coche continuamos con nuestra fiesta privada.
Le sigo devorando, poco a poco, mientras me siento encima de él y comienzo a mover mis caderas.
Me agarra de la cabeza, me acaricia todo el cuerpo y empieza a quitarme la ropa. Intento hacer lo mismo pero me dice que pare, que queda todavía mucha noche por delante.
Así que empiezo a disfrutar yo primero.
Me abre las piernas y empieza a masturbarme; primero con un dedo, luego con dos, mientras los mueve trazando círculos. ¡Me estoy volviendo loca!
Y ahora comienza a besarme por el torso, el abdomen, me lame primero las ingles, luego los muslos y vuelve a las ingles para acariciármelas… y finalmente empieza a devorarme mi parte más íntima.
Sus labios carnosos no paran de provocarme, cada vez ganan más fuerza, y su lengua no para de jugar con mi clítoris. Y succiona, y chupa, y besa… me retuerzo de placer. Mi respiración se torna más agitada, lanzo pequeños gemidos y él sigue excitándome, cada vez más. Levanta la mirada y le agarro de la cara. Le beso, y no paro. Le muerdo el labio inferior, el superior… mi lengua recorre su boca jugueteando con la suya y comienzo a morderle el cuello. No para de gemir, y eso me encanta.
Me encanta oír ese sonido, esas palabras: “pufff no sabía que me pusieras tan cachondo”. Estoy en el cielo.
En ese momento le separo de mí, y le quito los pantalones. No lleva calzoncillos, así que mi tarea se simplifica.
Le sigo atacando con mi lengua, devorándole… Le agarro la polla con la mano derecha y comienzo a masturbársela mientras mis labios se van aproximando cada vez más a la punta… y empiezo a succionar. Mi lengua traza un recorrido perfecto, circular; mis labios la acarician suavemente a la vez que mi mano sube y baja hasta que consigo meter la punta hasta la profundidad de mi garganta. Entonces es cuando asciendo suavemente succionando con mis labios y mi lengua juega a moverse por el glande.
Estoy empapada de lubricante. No importa. Me encanta ver que le está gustando.
Sigue gimiendo y eso me provoca más aún. Me retiro el pelo, para que vea mi cara. Me agarra de la cabeza, me tira, me dirige… pero poco le dura, y me deja a mí solita. Creo que lo estoy haciendo bien; sigue gimiendo, resoplando, respirando cada vez más fuerte.
Ya no uso las manos, tan solo mi boca y su polla están en juego. Lametón arriba, lametón abajo, succiones una y otra vez. Realmente me encanta comérsela. Y me dice que pare: no aguanta más la excitación.
Y en ese momento vuelve a por mí. Me tumba en los asientos y empieza a conocer cada parte de mi cuerpo; es ahora cuando me coge las tetas y empieza a comérmelas; siempre con delicadeza, pero con la intensidad y excitación que quiero. Parece que me conoce muy bien.
Su lengua traza círculos alrededor de mi pezón derecho, y sus labios acarician suavemente el resto. Me da pequeños mordiscos a la altura del escote y por debajo del pecho.
Se me queda mirando y comienza a masturbarme de nuevo… le miro y mi cara de placer lo dice todo.
Vuelve a bajar y a seguir devorándome, cada vez con más pasión, con más fogosidad. Algo realmente increíble.
De repente empieza a restregar su polla contra mi clítoris, suavemente… y en un descuido me la empuja bruscamente y ahogo un grito de placer que hace que me agarre del pelo y me siga relamiendo los labios.
Comenzamos a movernos de manera rítmica, algo perfecto, como si nos conociéramos de toda la vida.
Mis piernas no paran de temblar, esta excitación no es normal; esto es demasiado bueno para ser cierto…

De pronto me despierto. Me quedo pensando en la cama un instante, recordando cada imagen, cada sensación de ese momento…

Mi mano comienza a resbalarse por el torso, poco a poco (esta vez boca arriba) y acaricia esa parte tan íntima… pero la ropa molesta, y al final me encuentro prácticamente desnuda, tan solo con un top que me puede cubrir el pecho… pero me deshago de él, me molesta. La excitación comienza a apoderarse de mí… un cosquilleo que me recorre desde la garganta y el pecho hasta llegar a abajo.
Abro las piernas y comienzo a mover mis caderas mientras mi mano derecha va frotando el clítoris poco a poco. Entonces paro, un segundo, pero la excitación sigue aunque controlo para que sea menor. Todavía no quiero correrme. Me meto un dedo, luego dos, mientras noto como voy lubricando cada vez más. Pasan los minutos y el ritmo de mis piernas se acelera, mis caderas se descontrolan y mi mano izquierda empieza a acariciar mis pechos, masajeándolos; dibuja líneas sobre mi ombligo  y otro cosquilleo me recorre la piel. Mis músculos comienzan a fatigarse y el punto de ese casi clímax vuelve a llegar. Lo dejo pasar, no aprovecho la oportunidad. Quiero seguir cachonda, quiero seguir tocando cada parte de mi cuerpo, quiero acariciarme mientras imagino mi fantasía con él. Cambio. Esta vez boca abajo. Mi mano hace cada vez mas presión y mis gotas de sudor resbalan por mis mejillas, por mi cuello, por mi cintura, por mis ingles… Estoy cansada pero la diversión no termina. Vuelvo a tenerme boca arriba y vuelvo a recordar esas manos rodeándome, comiéndome el coño, mordiéndome el cuello, devorando cada parte de mi cuerpo…, estoy mojadísima. Mis dedos siguen restregándose contra mis labios y mi clítoris, casi abrasándolos y ese cosquilleo se vuelve más intenso, casi doloroso. Intento ahogar en silencio el gemido que al final no consigo contener; y grito. Y tras minutos provocándome a mí misma, tras varios minutos de ese largo control, de esa larga excitación… por fin noto el escalofrío.
Es entonces cuando mis piernas comienzan a temblar sin control, cuando noto esos pálpitos, esas contracciones dentro de mi coño que me ayudan a saber que al fin estoy satisfecha. Me retuerzo, mi respiración está agitada y mi último pensamiento, mi última imagen es para ese chico; ÉL sentado en mi coche, sin parar de gemir, provocándome sin parar, torturándome de placer… 

He conseguido apagarme el fuego, ahora necesito que lo haga él. ¿Cuándo quedaremos?

Pero espera… creo que no era un sueño, tan sólo un recuerdo.
Parece ser que, después de todo, las fantasías se cumplen 😉

4 comentarios en «Cuarto finalista»

  1. os enredáis de mala manera, después de ese sueño tan cachondo, la masturbación y corrida hubiese sido casi instantánea, pero os empeñáis en escribir y escribir y escribir…

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