¡Disfruta mucho más de ti!

Así empezó todo…

La verdad es que el comienzo de esta historia no importa mucho, os lo puedo resumir en un: Discoteca; chico conoce a chica, chica le hace felación a chico, chico y chica acaban en casa de chico.

Y ahí estábamos los dos, yo tumbado en la cama con mis boxer escondiendo algo que estaba ansioso por enseñar y ella, ahí enfrente de pie con unas braguitas de piolín y con los pechos al aire. Estaba seguro de que esta chica era la ideal, no sé por qué lo sabía, supongo que son ese tipo de corazonadas que todo el mundo tenemos alguna vez. Mis boxer de marca ya no eran capaces de esconder lo caliente que estaba y ella lo notó, clavo su mirada en mi entrepierna y se acercó a ver qué encontraba.
Me la empezó a tocar con su mano derecha, lo que aumento la velocidad con la que mi corazón bombea la sangre y sin pensármelo dos veces, agarré su mano y la introduje dentro de mis calzoncillos, note como me la sujeto y me la empezó a masturbar, momento que aproveche para quitarme mis boxer. Ella acercó su cabeza e introdujo mi pene en su boca, dándome lametazos con la punta de su lengua de arriba abajo y mirándome a los ojos comprobando que me gustaba lo que hacia.
Sí, esta chica era la ideal, ahora estaba seguro. Aparté su cabeza y le saque mi pene de su boca, los dos estábamos de pie, ella mirándome la gran empalmada que tenia y yo mirándola a ella, se podría ver que estaba disfrutando tan solo con la mirada.
Me agache y le quite las braguitas y ahí pude ver su bonita entrepierna, si hubiese marcas en el mundo de las vaginas, esta sin duda, era un Ferrari, un Ferrari muy mojado me apresuro a matizar.
Perfecto, le dije, espérame en la cama, voy por algo que te va a hacer recordar esta noche el resto de tu vida. Y eso hice, me acerque al mueble de la entrada y saque las esposas de terciopelo que hacia tanto que no usaba y que realmente, solo había usado con una persona. Aproveche para acercarme a la cocina, no tenía nata por lo que sin pensármelo dos veces, decidí que un tarro de mermelada de fresa podría hacer esa función perfectamente.
Volví a la habitación donde ella me esperaba y la imagen que vi, diría que me aumento el tamaño de mi pene en varios centímetros si eso fuera posible, ahí estaba ella, desnuda completamente, con las piernas abiertas y masturbándose, la verdad es que tuve que contenerme para no lanzarme encima de ella y penetrarla hasta saciarme, pero si algo me sobra, es fuerza de voluntad, aunque a veces me colapse.
Me puse encima de ella, me agarre el pene y me puse a jugar con su punta en los labios de su entrepierna, tan solo para calentar un poco más el ambiente y como prueba que iba a poder aguantar, superar mis deseos de penetrarla. Por supuesto, no hace falta decir que la encanto, le subió varios grados la temperatura y mucho más la humedad de allí abajo, estaba en el perfecto clima tropical como para comenzar con mi juego.

Empecé por esposarla al cabecero, ya era mía, me acerque a la mesilla y destape el tarro de mermelada y metí mis dedos, me acerque a su carita y aproveche para besarla apasionadamente, al fin y al cabo, soy un maldito romántico. Le empecé a esparcir la mermelada por sus mejillas, barbilla y por su boca, donde le introduje tres dedos y ella capto el mensaje a la perfección, y me los empezó a lamer como si fuese mi pene lo que le hubiese introducido. De su boca pase a su cuello y empecé a bajar, manchando su pecho izquierdo y después su pecho derecho, seguí bajando y unté su tripita, lugar donde aproveche para lamerle el piercing del ombligo. Ya empezaba a notar como se retorcía de placer según me acercaba a aquella zona que ella deseaba tanto que le lamiera y que yo deseaba tanto lamer, pero eso seria mucho mas tarde, todavía tenia que darle mermelada en los muslos y así hice, tenia todas las partes de su cuerpo que me gustaban llenas de mermelada, tan solo me faltaba su entrepierna y allá fui. Metí mi mano entera en el tarro y le puse un buen pegote, como se dice por mi tierra, pero creo que la medida pegote era demasiado para aquella zona, por lo que acerque mi cabeza y me quede parado a escasos centímetros de mi presa, ella lo noto, se estremecía cada vez que notaba mi respiración, me acerque mas y le empecé a quitar la mermelada sobrante con mi lengua, pero con cuidado, o iba a caer en la tentación de devorarla. Aquí también entro en juego mi mente, fui capaz de superar mis impulsos y no lamerle mas de lo necesario y salir de allí, directo a su cara.
Empecé por sus mejillas, quitándole la mermelada besándola, momento en el que me di cuenta como juntaba y separaba sus piernas, como intentando masturbarse, debo reconocer que eso subió muchísimo mi temperatura, pero debía de seguir impasible y acabar mi juego. Seguí por su barbilla, donde use el mismo método que cite anteriormente y ahora, le empecé a comer la boca, literalmente, le mordía los labios y nos empezamos a besar salvajemente, ella se movía en la cama como una verdadera diosa, me hacia disfrutar con tan solo verla retorcerse de placer, tenia ganas por verla media hora después. Le introduje mi lengua dentro de su boca como si fuera mi pene y la estuviese penetrando y ella volvió a captar el mensaje, me la lamió de arriba abajo y me dio un mordisco en el labio inferior cuando yo ya me alejaba de aquella zona. Empecé con su cuello, esparciendo la mermelada. Ya estaba en sus pechos, puse mi mano derecha en su pecho derecho y lo agarre bien fuerte, dejando visible su pezón y le empecé a devorar el izquierdo, aquí es cuando ella empezó a chillar de placer, estuve tentando a mirarle la entrepierna, pero hubiese sido una mala idea. Le seguí lamiendo todo el pecho izquierdo y mordiéndole el pezón, a la vez que estrujaba su pecho derecho con mi mano. Ahora le tocaba disfrutar a su pecho derecho, agarre su otro pecho con la mano que me quedaba libre y le empecé a lamer el derecho, haciendo los mismos movimientos y juegos que hice con el izquierdo. Le agarre un pecho con cada mano y se los junte, pudiendo lamerle ambos pezones a la vez, eso la encanto, decidí apuntármelo por si luego me hacia falta. Era momento de cambiar de zona, empecé a bajar y a lamerle la tripita, me encantan esos piercing en el ombligo y gracias a detalles como ese, esta chica iba a conseguir tocar el mismísimo cielo hoy. Empecé a lamerle el muslito derecho, estaba rozando ya el limite, hacia minutos que ella no paraba de chillar como si la estuviese penetrando, estaba ansioso por saber que pasaría cuando lo hiciese. Le seguí comiendo el muslito derecho, literalmente, lo agarre como ambas manos y lo empecé a lamer como si estuviese comiéndome un muslo de pollo, justo desde la rodilla hasta la ingle, notaba como se retorcía cuando llegaba a su ingle, como esperando que siguiese mas allá. Repetí movimiento con el muslo de su pierna derecha y acabe.
Bien, había llegado la hora, tenia la cabeza entre sus piernas, y ya era hora de cazar mi presa y así lo hice. Empecé por lamerle los labios de aquella vagina tan perfecta, de arriba abajo, me fije como no paraba de mover su cabeza a la vez que gritaba, me estaba poniendo súper caliente y cambie de fase, le introduje la lengua y le empecé a lamer cada pequeño espacio que tenia ahí dentro, sus gritos eran cada vez más fuertes. Le introduje tres dedos y la empecé a masturbar mientras yo le lamía el clítoris, estaba calada y me estaba poniendo perdido.

La agarre y la di la vuelta, poniéndola de rodillas con el culo en pompa, yo me puse detrás, como queriendo castigarla, pero iba a ser todo lo contrario, iba a premiarla. Me agarre el pene con la mano derecha y empecé a jugar con su punta en aquella vagina Ferrari, moviendo cada uno de sus partes, esperando que ella dijese la palabra clave y no tardo ni diez segundos en decirla: F-O-L-L-A-M-E.
Fue como el pistoletazo de salida para una gran carrera, la empecé a penetrar lentamente, mientras notaba como se retorcía en la cama y no paraba de mentar a Dios, realmente se estaba muy a gusto dentro de aquella chica. Sus gritos eran como gritos de sirena que me acercaban a aquella isla llamada placer. No sé cuanto tiempo estuve ahí detrás, pero el final, fue épico, nunca había sentido nada igual y ella por sus gritos y por lo que me contó luego, tampoco, fue una fusión de cuerpos que es difícil que vuelva a repetir. Después de acabar, ambos nos quedamos tumbados en la cama, ella aun con mermelada en el cuerpo, al igual que yo, y con las esposas, estábamos en un estado de éxtasis en el cual ninguno de los dos nos habíamos acordado que ella seguía esposada a la cama.

El final de esta historia tampoco importa, os lo resumiré en que no la volví a ver y en que ya no recuerdo su nombre, pero desde entonces, soy adicto a la mermelada y a las esposas, espero volver a dar con ella pronto, solo que esta vez, no le quitare las esposas.

24 comentarios en «Así empezó todo…»

  1. ke fuertteeee vayaaaa jejeje ke mas kisiera yo ke mee lo isierann amiiii vayaa y no soi una wuarraa emmm peroo vayaaaaa tiooooooooo imaginatiboooooooooooo

    Responder
  2. Me pones cachonda, ahora mismo te agrego al tuenti, espero tener conversaciones de este tipo contigo via privados.
    En breves te agregará alguien de Calahorra, soy yo.
    Un lametazo de mermelada.

    Responder
  3. No paro de leer y eso es buena señal,pero como siga asi,¡me quedo aquí toda la noche!
    Ojalá fuese así mi novio,que a veces nose por dónde cogerlo.

    Responder

Deja un comentario