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Deporte nacional

El fútbol como deporte… No.
Todos sabemos que nuestro deporte nacional es la envidia y quizá a veces nos hace falta estar más altos de lo que normalmente estamos para darnos cuenta de cuán peligrosa es.

Dejad que os hable de la envidia en la vida real, en esa vida donde si alguien te dice algo puedes darle un cabezazo entre ceja y ceja, pero lejos de parecer violencia obviamente de hacerlo sería para juntar esas dos neuronas que rondan la cabeza de dicho personaje, a ver si así pueden enlazarse y tener ideas un poco más elaboradas.

La verdad es que como digo a veces hace falta estar en un lugar más alto de lo normal para saber cómo funciona todo esto, ya que yo por ejemplo pensé que cuando uno triunfa de algún modo, al día siguiente tiene autobuses llenos de gente interesada en él, gente que obviamente le abandonará una vez haya conseguido todo lo que esa persona puede ofrecerle momentaneamente, ya sea dinero o fama. El problema viene cuando hay otro grupo completamente distinto al ya mencionado, un grupo de gente que no te volverá a preguntar qué tal estás por miedo a que le digas “bien”, un grupo de gente que se irá alejando de ti poco a poco al pensar que ya no vuelve a estar a tu nivel, un grupo de gente que pese a no sentir odio por ti, tiene una envidia en tus triunfos que antes de que le coma por dentro prefiere alejarse y así evitarse el preguntar qué tal estás y su temida respuesta: Bien.

La envidia es peligrosa, yo diría que es más peligrosa que los celos, ya que los celos muchas veces son algo subjetivo, algo relacionado con los sentimientos, algo abstracto. La envidia es algo tangible, es algo demostrable, suele venir dada por logros, por cosas físicas o simplemente por dinero y fama, algo que suele resumirlo todo.

Siempre lo relaciono todo con la inteligencia del individuo, pero todas las personas que he conocido con un nivel de inteligencia superior al normal (cosa no muy complicada, por cierto) son personas que se alegran por el bien ajeno, saben perfectamente hasta dónde pueden llegar ellos mismos y saben perfectamente el valor de haber llegado tan lejos, son personas que saben que la suerte no es algo determinante y que en caso de tenerla de algún modo se la han merecido, porque no puedes tener suerte si estás todo el día en casa sin hacer nuevos retos, tiene suerte el que no para de optar por opciones diferentes cada día, el que no para de tener planes nuevos, el que no para de innovar.
Y sí, también tiene suerte el que hereda una fortuna sin quizá habérselo merecido, pero quizá el esfuerzo de sus familiares fue tantísimo que varias de sus generaciones posteriores se merezcan nutrirse de él.

La verdad es que ejemplos hay miles, pero recuerdo ahora mismo a un chico que se quejaba de que había un amigo suyo al que le habían regalado un R8 y que no paraba de pasearse con él, decía que no se lo merecía, que él no se lo había pagado, que iba enseñando el coche que le había regalado “papá”. Lo curioso de esta escena es que pese a que él no tenía un R8, a él también le habían regalado su coche, por lo que pese a que mi cara mostraba lo contrario, yo jamás entendí que era lo que este personaje estaba criticando.

La verdad es que yo creo que no envidio a nadie, aunque si es verdad que valoro muchísimo más a las personas que han logrado triunfar empezado desde cero, sin ayudas externas de nadie, personas que con cero euros han logrado hacer una montañita hasta que ese cero se ha visto multiplicado y han conseguido colocar un uno delante. No es que envidie a quienes han ayudado a formar su empresa y se lo han dado todo hecho, pero sí creo que es más de valorar a esas personas que nunca han tenido una sola ayuda, que han tenido que buscarse la vida desde cero y que pese a quizá haberse ayudado de golpes de suerte, han conseguido construir algo nuevo. Esas personas luego se mirarán por dentro y sabrán que todos sus esfuerzos han valido la pena, sabrán que esforzarse trae recompensas y sabrán que muchas veces la suerte también ayuda, pero lo más importante es que esas personas están ese grupo de gente que se lo merece, o al menos por un tiempo, ya que si llegas a ser Amancio Ortega tendrás tantos detractores como valedores.
Supongo que cuanto más grande eres más problemas tienes en ese aspecto, aunque también es cierto que razones para criticarle hay, pero muchos lo hacen simplemente porque ese dinero nunca llegará a ser suyo, incluso hay quien si le dieran a elegir entre dejarle todo el dinero a Amancio Ortenga o quemarlo en una hoguera, optarían por esa segunda opción, pese a no reportarle beneficio alguno.
Ahora dime qué harías tú, ¿le dejarías todo su dinero a esa persona que conoces y ves cada día, que además crees que no se lo merece o eligirías la opción de prenderle fuego en una hoguera pese a no obtener nada a cambio?
Si te has pensado lo que responder, es que ya has respondido.

Imaginad ya cuando la envidia se junta con los celos.
La vida son dos días, triunfad y dejad que mientras unos se acercan a vosotros por interés otros se alejan por miedo al desinterés, pero triunfad.

Y ahora la pregunta que tantos temen.

¿Y tú, qué tal estás?

–Hero

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