Nunca me he considerado un cabrón, pero no puedo venderlo como virtud, ya que nunca he tenido necesidad de serlo.
He tenido la suerte de que nunca he necesitado del sexo, pero no porque me sobre con quien tenerlo, sino porque nunca he tenido la necesidad fisiológica de salir de fiesta para meter la polla en caliente, como hacen muchos.
Creo que siempre he tratado bastante bien a las mujeres en general y mucho mejor a las mujeres en particular como pueden ser mis ex o chicas con las que he tenido algo más que un intercambio de mordiscos. He llegado al punto de no escribir en estas páginas por no hacer daño, o de guardarme historias para mí por el simple hecho de no joder a nadie, pese a que yo no debería salir demasiado mal parado en cosas en las que no he tenido culpa. Por supuesto uno siempre comete errores y sé de muchos que he cometido y de otros muchos que ignoro haber cometido, pero soy un santo para lo que podría haber hecho.
Esto se acabó, hoy al menos voy a ser un cabrón, voy a contaros una historia que estoy deseando escribir y soltar de una vez.
Hace años conocí a una chica, el caso es que no llegamos nunca a nada, ni siquiera nos dimos un beso, para colmo ni siquiera la he visto en persona en mi puta vida. Por cosas del destino dejé de hablar con esa chica, al poco tiempo una amiga de esa chica me habló, conecté bastante bien con ella, pero la cosa también se quedó ahí, ni siquiera le vi la cara en persona, al igual que con su amiga.
La primera chica me echó en cara que yo hablase con su supuesta amiga, amiga que ya no lo es tanto y que no me cuesta demasiado comprender el porqué. Supongo que es fácil echar la culpa a la persona que te gusta antes que preguntarle a tu amiga lo que está haciendo, más aún cuando ni siquiera he tenido NADA con ella como para poder marcar territorio con las chicas que me hablan.
Pues bien, esa amiga que me habló, no fue la única, ella se quedó en nada, como tú, pero hubo alguien más, una de tus amigas estuvo a cuatro patas toda la noche sin pensar ni un sólo segundo en ti, cuida más tu círculo y pide lealtad a quien debes pedírsela.
No quiero dar la identidad de su amiga, sólo quiero hacerle saber a ella y haceros saber a todos que no debéis fiaros de nadie, hay quien mira por ellos mismos y luego te venden otra cosa, es el momento de contar la historia.
Me va a ser complicado contaros la historia sin poder explicaros cómo es físicamente, pero es lo que hay, al fin y al cabo ni intentando ser un cabrón soy capaz de lograrlo totalmente. (Además así no sabrá quién es, que es más divertido).
También me va a ser complicado contaros cómo llegamos a ello, por lo que tendré que inventármelo un poco, o puede que cuente la historial tal y como pasó. ¿Quién sabe? Todo sea por no dar pistas.
Discoteca, Madrid, de madrugada.
Había ido con un grupo de amigos y no paraba de fijarme en una chica que creía conocer, me sonaba que era amiga de una amiga, sí, de esa que me echa todo en cara. Puede que estuvieran en un reservado, puede que simplemente estuviera con un grupo de amigos bailando, hay muchas posibilidades, pero para hacer más fácil la historia digamos que estaba con un grupo de personas y que notaba cómo ella también me miraba de vez en cuando.
Mi YO cabrón no estaba listo y como soy un buen chico me acerqué a ella para preguntarle si su amiga también estaba por aquí, a ver si así la veía cara a cara de una puñetera vez, aunque debo reconocer que si nunca lo hice fue en parte culpa mía.
– Hola, ¿no está A. por aquí? Pregunté.
– Pues no, hoy no ha salido, ¿quién eres?
Fue curioso su gesto cuando le dije quién era, también fue curioso que le dijera que era Hero Mermelada, creo que en mi vida me he presentado a alguien así en persona. Pero quedémonos con su gesto, quedémonos en cómo me miró de arriba abajo y en cómo se mordió el labio al segundo de terminar de follarme con su mirada.
La verdad es que físicamente me atraía bastante, su pelo, su vestido, su culo y demás partes de su cuerpo que no puedo nombrar, pero trato de no follarme a chicas que probablemente me traigan más problemas que soluciones.
Pasamos un rato separados de su grupo y yo del mío, notaba de vez en cuando miradas de sus amigos, más aún cuando ella no paraba de tocarme con cualquier excusa. La verdad es que fue fácil, ella se puso cachonda sólo al saber quién era, me debía tantos orgasmos que sólo de recordar el último que tuvo con mis escritos le hizo olvidarse de todo y pensar únicamente en que hoy quería probar mi polla. No la culpo.
Cada vez que le sacaba el tema de su amiga ella rehuía, hasta el punto de enfadarse y decirme que no estaba aquí, ni iba a venir. Fue ahí y después de muchas miradas y palabras subidas de tono cuando me lancé.
– Si no va a venir, ¿por qué no vienes tú a mi casa esta noche y me tachas de tu lista? Le pregunté.
– Nadie se puede enterar, prométemelo, me dijo.
Me había dicho que estaba en una lista suya de polvos que tenía que echar alguna vez en su vida, ella también podría estar en una mía, de tener yo alguna.
– Diles que te vas a ir a casa, que…
– Es temprano, van a decir que si me pasa algo, me cortó.
– Sólo van a pensar mal, y estoy seguro de que ese que no para de mirarnos te va a querer acompañar, pide un taxi y súbete, una vez te vea subir sola no va a pensar mal. Cuando estés dentro dile al taxista que vaya a X, yo te espero allí para subirme contigo e irnos juntos, le expliqué.
Pareciera que he usado estas tácticas toda mi vida, ¿eh?
…
El taxi paró donde yo me encontraba (cho, cho, chófer pare el taxi), me subí y ahí estaba ella.
Me senté a su lado y le dije al taxista la dirección de mi casa. Ella se acercó a mí y me hizo un gesto con la cabeza como diciéndome: ¿Ahora qué, eh?
Le acaricié la cara y me fui directo a por su boca, en un principio pensé que íbamos a devorarnos la boca olvidándonos por completo que estábamos dentro de un taxi, pero fue un beso tierno y lento. Sus labios se entrelazaban con los mios, sus dientes arañaban mis labios y su lengua buscaba tímidamente la mía.
Por fin llegamos a mi casa, pero antes debo hacer una mención especial para los taxistas de Madrid: Me salís muy caros.
Al cerrar la puerta nos quedámos mirándonos, desde luego en su mirada no había ningún detalle que me hiciera creer que le importaba su amiga, ahora mismo sólo pensaba en que alguien le arrancara ese vestido ceñido, a tirones.
Me acerqué a ella y le empecé a comer la boca, aprovechando para poner mis dos manos en su culo y estrujarlo bien fuerte mientras tiraba de ella hacia mí. Sin parar de comernos la boca, de devorarnos, fui acercándola poco a poco hasta una pared, hasta que su espalda dio contra ella y mi cuerpo se apretó aún más fuerte contra el suyo. Sabía genial, sus labios eran una auténtica maravilla, y su olor, ese olor a…
Seguimos durante un buen rato comiéndonos la boca y bien apretados contra esa pared, haciendo algunas pausas para apartarle el pelo de un lado de su cuello y clavar mis dientes en él como si de un vampiro se tratase.
Ella me apartó y se giró, apoyando las manos contra la pared, agachándose un poco y sacando el culo. La verdad que lo que más me apetecía era subirle el vestido lo suficiente para poder apartarle el tanga y meterle la polla hasta correrme dentro, pero me contuve, quería darle su «polvazo».
Le agarré de la cintura y me apreté a ella por detrás, ella se incorporó y yo aproveché para comerle el cuello desde atrás, mientras su culo no paraba de moverse y apretarse contra mi polla, poniéndomela cada vez más y más dura.
Mis manos subían de su cintura hasta sus tetas, después volvían a bajar e intentaban colarse entre sus piernas, pero sus movimientos de caderas no me dejaban. Para colmo sus gemidos y el sabor de su cuello me estaban matando, tenía ganas de reventarla, tenía unas ganas increíbles de notar el calor de su coño abrazando mi polla.
Le agarré de la mano y la llevé hasta mi habitación, ella me hizo sentarme en el borde de la cama y se puso sobre mí. No paraba de besarme y yo no podía parar de hacerlo, estando ambos escondidos bajo su pelo. Mis manos pasaron de su cintura directas a su culo y se lo estrujaron, apretándola más contra mí y moviéndola para poder lanzarme a su cuello.
Se lo empecé a comer, ahora ya no se lo mordía o arañaba con mis dientes, ahora se lo lamía y besaba sin parar, podía notar en su vena cómo sus pulsaciones no paraban de subir mientras mi boca no paraba de recorrer toda su piel.
Se me quitó de encima y se desnudó, quedándose en ropa interior, me hizo quitarme la camisa y se puso de nuevo sobre mí, sólo que al revés, dándome la espalda y sin parar de rozar su culo en mi polla. Le desbroché el sujetador y ella lo lanzó a un rincón de la habitación, me agarró las manos y me las llevó a sus tetas. Yo las agarré y empecé a jugar con ellas, mientras mi cabeza besaba su hombro derecho y ella dejaba caer la cabeza hacia atrás para poder comerle mejor el cuello.
Mis manos no paraban de acariciar sus pezones, de bajar a su cintura y de volver a subir a sus tetas.
Se levantó y se puso a quitarme os pantalones a tirones, acto seguido me hizo tumbarme y ella se puso sobre mí. Empezó a apretarse contra mí, a rozarse el tanga contra mi polla, a apretarse contra ella sin parar, a girarse, a saltar sobre mí.
Agachó su cabeza y empezó a comerme la boca mientras una de sus manos entró en mis bóxers y agarró mi polla, empezando a masturbarme. Paró de besarme y fue bajando por mi pecho hasta llegar a mis bóxers, donde empezo a darme mordisquitos en la polla a través de ellos.
Por fín me los bajó, me la agarró y pasó su lengua de abajo a arriba lentamente, quería que yo lo viera. Una vez en mi punta la apretó suavemente entre sus labios y empezó a acariciarla con ellos, mientras con una mano me la masturbaba lentamente. Su lengua empezó a hacer círculos sobre la punta y despúes se la fue metiendo en la boca, apretándola entre sus labios.
Empezó a comérmela y yo empecé a gruñir, para colmo me la estaba dejando llena de pintalabios rojo y yo no podía estar más cachondo. De vez en cuando se la sacaba de la boca y me la lamía mientras me miraba, asegurándose de que me gustaba aquella imagen. También se la rozaba por la cara y me daba besos en ella desde un lado.
Le indiqué con la mano que subiese a mi boca y ella accedió. Empezamos a comernos la boca bajo su pelo, esta vez sí nos devorábamos, nos mordiamos y lamíamos. Yo saqué la lengua de mi boca y ella me la empezó a lamer y chupar con sus labios, todo esto mientras la tenía en tanga apretándose en mi polla, cada vez con más ganas de metérsela.
Mientras nos comíamos la boca le estrujé el culo, le aparté un poco el tanga y estirando un poco los dedos empecé a masturbarle. Estaba completamente calada.
Giramos en la cama y me puse sobre ella, empecé a besarle la boca y el cuello mientras una de mis manos jugaba con la goma de su tanga.
Ahora me tocaba a mí.
Baje besando sus tetas, lamiéndolas y dándole pequeños mordisquitos.
Seguí bajando…
Empecé a tirar de la goma de su tanga con mis dientes, coloqué la cabeza entre sus piernas y seguí lamiéndole el interior de los muslos, dándole besos en ellos de vez en cuando. Con su ayuda de un giro de caderas le quité el tanga. Ella abrió las piernas, esperando a que yo me lanzara a comérselo, pero lo que hice fue agarrarle las piernas, juntárselas y empujar sus rodillas hacia sus tetas.
En esa posición pasé mi lengua entre los labios de su coño lentamente, después volví a repetir el movimiento, y otra vez, y otra… Le solté las piernas y ahora sí me puse entre ellas, mi lengua empezó a jugar con su clítoris y mis labios empezaron a jugar con los suyos, para colmo empecé a introducirle dos dedos y a masturbarle rápidamente con ellos. Sus gemidos no paraban, mis dedos cada vez iban a más velocidad y yo cada vez me estaba mojando más con ella, llegó un punto en el que la cama tenía una gran mancha bajo ella.
Paré de comérselo y me fui a sentar en su pecho, le acerqué la polla a la boca y se la empecé a rozar por ella, ella me hizo parar y comenzó a comérmela de nuevo. Se la saqué de la boca y volví a rozársela. Bajé por su pecho y empecé a rozármela en su coño, justo entre sus labios. Le daba golpecitos con ella, que notaba lo dura que me la había puesto, me la rozaba entre sus labios sin parar, apretaba la punta en lo más alto de su coño y bajaba rozándomela hasta su entrada, así un par de veces. Al final me quedé en su entrada, le metí la punta y empecé a moverla de un lado a otro, volví a sacársela y empecé a darle golpes de nuevo. Ahora sí, le metí la punta y se la fui metiendo lentamente hasta que la tenía entera dentro.
Empecé a follármela estando yo de pie y ella tumbada, pero su boca y su mirada me llamaban para que me pusiera sobre ella y le comiera la boca, así hice. Me puse encima y ella instintivamente me abrazó entre sus piernas, apretándome contra su cuerpo. Empecé a besarle mientras sus manos no paraban de acariciar toda mi espalda, mis dientes se clavaban en sus labios y mis manos no paraban de recorrer desde sus caderas hasta su cara.
No podía parar de metérsela, su coño me la abrazaba a la perfección y para colmo estaba completamente calada. Seguí encima durante unos minutos, metiéndosela cada vez más rápido y fuerte, hasta que ella me dijo que quería ponerse encima.
Se puso sobre mí y la verdad es que la imagen me puso la polla más dura aún, con el pelo totalmente alborotado, sudada, respirando por la boca y con ese cuerpazo mirándome firmemente a los ojos mientras me agarraba la polla y se dejaba caer sobre ella.
Al volver a entrar en su cuerpo solté un gruñido y ella giró la cabeza hacia atrás de placer, después me hizo colocar las manos sobre mi cama y me agarró ambas manos con cada uno de las suyas. Empezó a follarme despacio, movimiendo la cabeza de un lado a otro y dejando sus tetas botar arriba y abajo, yo tenía ganas de algo más fuerte y rápido, pero me estaba matando de placer. Me soltó las manos y se apoyó en mi pecho, entonces empezo a mover su culo junto con sus caderas y empezó a follarme muchos más rápido, yo empecé a gruñir de placer acompañando sus gemidos.
Me incorporé en la cama y quedamos ambos sentados, ella seguía moviéndose con mi polla dentro mientras yo le comía las tetas y le agarraba del culo.
Me puso las dos manos en el pecho y me indicó que me tumbara, bajó su cuerpo junto al mío y siguió follándome mientras nos comíamos la boca. Yo aproveché que estaba sobre mí para abrazarla con mis brazos, apretarla a mí y empezar a follármela desde abajo, sus gemidos cada vez eran más altos y yo cada vez le daba más fuerte.
Se la saqué y le indiqué que se pusiera a cuatro patas, que tenía ganas de algo más fuerte.
Se puso a cuatro patas y abrió las piernas, la verdad es que la imagen de su coño abierto de par en par y calado como lo tenía, haría heterosexual hasta al más gay de todos. Se la metí y empecé despacio, mis manos estaban en sus caderas y fui aumentando el ritmo, hasta que me apeteció darle bien fuerte y con una mano le tiré del pelo, haciendo que ella tuviera que echar la cabeza hacia detrás. Ahora le estaba dando súper duro, cada vez que se la metía pegaba un grito, ya no eran gemidos. Le solté una palmada en el culo y ella me acompañó el golpe con un gemido, se la volví a dar y volvió a gemir, mientras yo no paraba de meterle la polla.
Más, dame más fuerte, me dijo.
Le volví a dar y seguí metiéndosela más fuerte. La mano que tenía libre y que usaba para darle palmadas en su culo la coloqué en su hombro, y con la que le agarraba el pelo la giré de tal manera que ella se viera obligada a girar la cabeza y así yo poder verla.
No podía parar de metérsela, y de métersela muy fuerte y rápido, sus gritos me estaban dando unas ganas de correrme increíbles y así se lo dije. Ella me dijo que la avisara antes. Seguí metiéndosela mientras le tiraba del pelo y mientras con la ayuda de mi mano en su hombro se la metía hasta el fondo, hasta que le avisé que iba a correrme.
Ella rápidamente se giró y comenzó a chupármela, a lamérmela. Yo estaba a punto, no quería decirle nada, simplemente tenía que agarrármela con una mano y ella misma lo iba a conseguir. Así hizo, empezó a masturbármela mientras dejó mi punta dentro de su boca y su lengua jugando con ella.
Me corrí dentro de su boca y ella siguió comiéndomela, supe en el momento de correrme que ahí no iba a terminar la cosa. Me la agarré y empecé a darle golpecitos por su boca para que no me bajara lo más minimo, pude ver cómo ella se tragó mi corrida.
Le hice tumbarse en la cama y empecé a follármela de nuevo, el morbo, su cuerpo, sus gritos y todo el ambiente que se había generado alrededor de esa noche hicieron que no pudiera parar de follármela y que a los dos días tuviera unas agujetas que pocas veces he tenido.
La cosa se quedó ahí, ni siquiera nos pedimos el número ni volvimos a hablar, ella me tachó de su lista y yo… Digamos que me divertí y ya.
¿Ves cielo? Esto es ser un cabrón, no dejar que una de tus amigas me hable, sino follármelas y no contárselo a nadie. Aunque ahora es curioso, porque a ti ni te he visto y a ella me la he follado, por lo que en mi lista de personas a las que respetar ella estaría antes que tú.
Por cierto, espero que no seais como esas amigas que se saludan con un pico, porque sé que la viste a los pocos días y en caso de que os saludéis así besarla hubiese sido como darme un beso a mí directamente en la polla.
Besos,
Hero
Hace que no te leo desde el bajón que tuviste hace años (no me culpes, tú abandonaste este blog primero) cuando dejé de reconocerte en tus relatos. Ya me he puesto al día y me alegro de que hayas vuelto y me arrepiento de haber tardado yo en volver.
No pares.